Washington, Estados Unidos. AFP.

El director para las Américas del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), Alejandro Werner, señaló a la AFP que la pande­mia del coronavirus que ha gol­peado a América Latina podría, con las medidas correctas, ser una oportunidad para generar cambios positivos en una región que debe mejorar en materia de igualdad. Werner destacó que en medio de una difícil situa­ción económica con fuerte dis­minución del comercio, los paí­ses latinoamericanos han sido capaces de evitar crisis finan­cieras y fiscales.

-¿Existen soluciones que sean aplicables de forma generalizada por los países de América Latina que per­mitan pensar en una recu­peración y en evitar una “década perdida”?

-Creo que los principales ingre­dientes de éxito para evitar una “década perdida” son, primero, que haya medidas para man­tener la estabilidad macroeco­nómica. Segundo, los países de Latinoamérica tomaron medi­das excepcionales que han ayu­dado a evitar una crisis mayor. Este apoyo (a la economía) tiene que seguir para cubrir la brecha hasta que la pandemia esté bajo control. Y lo tercero son las medidas para revivir un crecimiento potencial e inclu­sivo. Esta agenda no es nueva para la región, pero se ha vuelto más urgente.

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-Algunos países se encuen­tran en vías de implemen­tar reformas estructurales importantes: ¿Qué aspectos de la economía regional son aquellos en los que los gobier­nos deberán concentrarse?

-Creo que los temas de equi­dad social han pasado a un primer plano, incluso antes de la pandemia, incluso en paí­ses con instituciones relati­vamente sólidas como Chile, y ahora son una necesidad absolutamente apremiante que tiene que ser resuelta para que la región avance con otras prioridades. Latinoa­mérica sigue siendo la región más desigual del mundo, pese al progreso en la reducción de la desigualdad en las últimas décadas.

-En el largo plazo, ¿Cómo pueden los gobiernos de América Latina luchar con­tra la desigualdad?

-Primero que nada [deben] invertir en la gente para hacer que la economía sea más resi­liente. Y esto implica acceso a la salud –incluyendo una dis­tribución rápida y justa de la vacuna– a la educación, for­mación y a las tecnologías digitales. Lo segundo es inver­tir en la inclusión financiera. Es crítico asegurar el acceso a las finanzas, especialmente para las mujeres. Y lo tercero es una reforma fiscal para hacer un sistema (tributario) más progresivo y fortalecer el cumplimiento fiscal, con una red de seguridad social que tiene que ser expandida de una forma selectiva.

-¿Es optimista sobre los años “pospandemia”?

-La crisis puede conver­tirse en el desencadenante de cambios que antes eran difíciles de implementar. A medida que nos recupera­mos de la crisis del covid-19, los gobiernos podrían tomar medidas para que esta recu­peración beneficie a genera­ciones actuales y futuras al hacerla más inclusiva, susten­table y amigable con el medio ambiente. Esto último es par­ticularmente importante si queremos evitar un costo humano y económico poten­cialmente catastrófico de un alza de los niveles del mar, un aumento de las temperaturas, un cambio de los patrones de las lluvias y grandes pérdidas de producción. Soy optimista porque todos los países de la región se toman este tema muy en serio.

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