Santiago, Chile. AFP.

Chile decidió acabar con el último remanente de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) en una contundente votación en favor de enterrar la Constitución heredada de ese régimen, para actualizar la democracia del país a partir de un inédito proceso constituyente. De manera abrumadora, con un porcentaje que superó los pronósticos, un 78,27% de los más de 7,5 millones de votos registrados en el plebiscito del domingo fueron a favor del “Apruebo” sobre el cambio de la Carta Magna. Un 21,73% votó por el “Rechazo”, escrutadas el 99,85% de las mesas. La participación en la consulta realizada en plena pandemia alcanzó al 50,90%. Es la más alta desde que entró en vigencia el voto voluntario en el 2012, y superó a la votación de la presidencial pasada, cuando fue electo el conservador Sebastián Piñera, aunque se esperaba una aún mayor asistencia.

BAJAR TENSIÓN

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El respaldo al cambio y el hecho de que la jornada electoral haya transcurrido y finalizado solo con algunos incidentes menores podrían bajar la tensión hacia los próximos dos años, en los que se llevará a cabo la Convención Constitucional. Sin embargo, no se espera que desaparezcan del todo los brotes de violencia que han acompañado este año de manifestaciones. “Es difícil que las protestas y la violencia en Chile desaparezcan de manera inmediata a raíz de este resultado. Probablemente, tengamos brotes de violencia pensando en que el gobierno de Piñera se encuentra con un apoyo cercano al 15% y que claramente salió derrotado en este plebiscito”, dijo a la AFP Mauricio Morales, experto electoral de la Universidad de Talca.

PROCESO INICIA EN ABRIL

A partir de ahora, Chile inicia un proceso cuyo primer paso será el 11 de abril, con la elección de los 155 constituyentes que integrarán la Convención Constitucional, de carácter paritario. Los chilenos también votaron abrumadoramente que este órgano redacte la nueva Carta Magna, en vez de una comisión que incluía también a parlamentarios en ejercicio. La asamblea sesionará por hasta un máximo de un año y luego, en otro plebiscito –esta vez con voto obligatorio– se ratificará o no la nueva Constitución, que reemplazará a la redactada en 1980 por la dictadura, considerada un impedimento para avanzar en reformas sociales en Chile. El nuevo comienzo se da en un país que demostró un amplio consenso en cuanto al camino por el que busca avanzar, menos polarizado de lo que se pensaba.

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