Washington, Estados Unidos. AFP.

Cansada de las especulaciones que la veían como compañera de la fórmula demócrata incluso antes de que Joe Biden se lanzara a la Casa Blanca, Kamala Harris había bromeado diciendo que, por el contrario, si ganara el ex vicepresidente sería una mano derecha “excelente”.

Con una carrera brillante, digna del mejor sueño americano a pesar de capítulos controvertidos, la senadora de 55 años que soñaba con convertirse en la primera presidenta negra de Estados Unidos intentará finalmente en noviembre convertirse en la primera vicepresidenta del país. Aunque para muchos seguirá sin duda con la mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2024 y la esperanza de romper entonces el último techo de cristal. 2Mi madre me decía a menudo: Kamala, podrías ser la primera en lograr muchas cosas. Asegúrate de no ser la última”, le gustaba repetir a Harris durante su desafortunada campaña para las primarias demócratas, a la que puso fin en diciembre.

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PIONERA

Desde el comienzo de su carrera, esta hija de inmigrantes de Jamaica y de India ha sido pionera. Después de dos períodos como fiscal en San Francisco (2004-2011), fue elegida dos veces fiscal de California (2011-2017), convirtiéndose en la primera mujer, pero también en la primera persona negra, en dirigir los servicios judiciales del estado más poblado del país. Luego, en enero del 2017, se juramentó en el Senado en Washington, convirtiéndose en la primera mujer con raíces en el sur de Asia en llegar a la Cámara Alta, y en la segunda senadora negra en la historia de Estados Unidos.

Harris conoce bien al candidato demócrata a la Casa Blanca, a quien a veces simplemente llama “Joe” en público, porque era cercana a su hijo Beau, quien murió de cáncer en el 2015. Pero como precandidata presidencial demócrata, sorprendió al atacar con virulencia a Biden durante el primer debate del partido, en el 2019, cuestionando sus posiciones sobre políticas para acabar con la segregación racial en la década de 1970. Entonces, Harris contó conmovida, cómo, cuando era niña, viajaba en uno de los autobuses que llevaban a escolares negros a barrios blancos. 

UN PASADO CONTROVERTIDO

Harris creció en Oakland, en la California progresista de los años 1960. Estudió en la Universidad de Howard, fundada en Washington para acoger a estudiantes afroestadounidenses segregados, y recuerda regularmente su membresía en la asociación de estudiantes negros Alpha Kappa Alpha. Por lo general mordaz con sus oponentes, el presidente Donald Trump había dicho en julio que sería “una buena elección” para Biden.

En el Senado, Harris se hizo conocida por sus interrogatorios, a veces de tono escalofriante, durante audiencias de alta tensión. Como candidata a las primarias, también había prometido “liderar la acusación” contra Trump. Pero su pasado como fiscal también le pesa en contra. Desde Carolina del Sur hasta Michigan, los votantes negros y progresistas lamentan su reputación de dureza. Cuestionan en particular sus iniciativas como fiscal para castigar fuertemente los delitos menores que, según sus críticos, afectaron más que nada a las minorías.

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