Río de Janeiro, Brasil. AFP.

Brasil es un mal alumno en la lucha contra el coronavirus, pero paradójicamente está a la vanguardia de las vacunas, con pruebas a gran escala y la producción de millones de dosis a la vista.

A diferencia de Europa o China, el virus está en plena expansión, una situación ideal para probar la efectividad de una vacuna, en el segundo país más afectado del mundo, después de Estados Unidos. Primer productor mundial de vacunas contra la fiebre amarilla, Brasil también es reconocido por su experiencia en el campo de las vacunas, que produce a gran escala en centros públicos de referencia. Por todo ello, los responsables de dos de los proyectos más avanzados, el de la Universidad de Oxford, con el laboratorio AstraZeneca, y el del chino Sinovac, llevarán a cabo pruebas de fase 3 –la última antes de la homologación– con miles de voluntarios brasileños.

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SOLO TRES

Solo tres proyectos en todo el mundo han alcanzado esa fase. Y Brasil tiene mucho que ganar, con unos acuerdos de transferencia de tecnología que le permitirán, si las pruebas resultan concluyentes, producir vacunas para inmunizar rápidamente a su población e incluso exportar dosis a sus vecinos. 

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