Río de Janeiro, Brasil, AFP.

El noreste de Brasil, que ya sufre con sequías cíclicas y altos niveles de pobreza, se ve golpeado ahora de lleno por la pandemia del nuevo coronavirus y el parón económico de las medidas adoptadas para combatirlo.

El noreste es la segunda de las cinco regiones con mayor número de muertos y contagios, detrás del rico sudeste, por donde la epidemia entró al país. Y Brasil es actualmente el segundo país en número de contagios en el mundo, detrás de Estados Unidos.

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Para los 7,7 millones de nordestinos que viven con menos de dos dólares al día, la vida “normal” ya era difícil. Ahora, muchos se encuentran al límite tras el cierre de las escuelas –donde muchos niños se alimentan– o de la distribución de agua en aquellos lugares donde escasea.

“En 26 años, nunca había visto tantas personas viviendo con miedo, pasando hambre, porque todo paró. Pero el hambre no para”, dice a la AFP Alcione Albanesi, fundadora de la ONG Amigos do Bem.

Su organización distribuye comida, agua y artículos de higiene en comunidades del ‘sertao’, una inmensa, seca y calurosa área rural donde las familias viven de la agricultura pese a las condiciones adversas.

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