Santiago, Chile, AFP.

Falta de trabajo y comida son carencias cíclicas de los barrios pobres, pero esta vez la pandemia les arrebató las calles donde se ganan el pan. En La Pintana, zona obrera en Santiago, los vecinos se ayudan pero la reacción tardía del Estado alimenta una olla a presión.

El coronavirus colmó los hospitales de la capital chilena, donde en una semana subieron 55% los nuevos casos hasta superar los 82.000 contagiados y rozar los 850 muertos en el país, la mayoría en el área metropolitana, donde viven siete de los casi 18 millones de habitantes.

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El sur de la ciudad, con barrios vulnerables como La Pintana, se convirtió en blanco de la pandemia. “Si no salimos, ¿cómo nos ganamos la plata (dinero)?”, afirma Sergio Aravena, conductor de un taxi. En los 32 km2 de extensión de La Pintana, con poco más de 177.000 habitantes, reclama por “hambre”.

En la segunda semana de cuarentena en Santiago, cientos de personas, entre ellas mujeres con niños, protestan con rabia por la falta de ayuda: “Tenemos más hambre que el Chavo”; “Ayuda para nosotros, no para las empresas”, dicen algunas de las pancartas. Cerca de allí, en la población 6 de Mayo, se organiza una de las 40 “ollas comunes” que se multiplican en la comuna desde que emergió la pandemia.

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