Jerusalén, Israel. AFP.

El gobierno de unión israelí liderado por Benjamin Netanyahu y Benny Gantz asumió este domingo tras recibir el voto de confianza del parlamento y puso fin a 500 días de crisis, jalonados por tres elecciones sin vencedor. Pero el panorama que se le presenta al nuevo ejecutivo no se adivina fácil de gestionar, con una economía gravemente perjudicada por la crisis del nuevo coronavirus y un proyecto de anexión de franjas de territorio de Cisjordania ocupada, una cuestión muy delicada. El jueves, cuando todo estaba listo, incluidos los testigos, los recién casados políticamente no se presentaron a la ceremonia prevista en la Knéset, el parlamento. La razón: desavenencias en el campo de “Bibi”, apelativo del primer ministro Netanyahu. La ceremonia fue aplazada a este domingo para que el campo del primer ministro pudiera repartirse las carteras, una negociación que duró hasta la madrugada.

“El pueblo quiere un gobierno de unión y eso es lo que tendrá hoy” domingo, declaró Netanyahu ante los parlamentarios, antes del voto de confianza. En la Knéset, en la que tienen mayoría los bandos de Gantz y de Netanyahu, el nuevo gobierno contó con los votos a favor de 73 diputados, 12 más que el mínimo requerido. Para el recuerdo quedará la imagen de los diputados portando mascarillas sanitarias, azules o blancas, que son precisamente los colores de la bandera israelí.

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UNIÓN Y EMERGENCIA

Su acuerdo de unión prevé un reparto equitativo de las carteras entre ambos campos y mantener en el cargo a Netanyahu, cuyo juicio por corrupción comenzará a finales de mayo, durante los próximos 18 meses. Después, el 17 de noviembre de 2021, Gantz asumirá como primer ministro por un periodo similar. Los dos dirigentes gozan de absoluta libertad para distribuir los ministerios entre sus aliados, lo que causa un problema de congestión en el Likud, partido conservador de “Bibi” que obtuvo más escaños en las últimas elecciones, y cuenta con el apoyo de parlamentarios de la derecha radical y ultraortodoxos.

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