Paris, Francia. AFP.
Sin manifestaciones ni desfiles. El planeta celebró confinado el 1 de mayo, debido a la pandemia del nuevo coronavirus que se ha cobrado 233.000 vidas y socava la economía mundial, a la vez que sigue alimentando la tensión entre Estados Unidos y China.
El Día Internacional del Trabajo, festivo en muchos países (con excepciones como Estados Unidos, Canadá o Australia) transcurrió sin concentraciones, por primera vez en la historia de los sindicatos, que llamaron a otras formas de movilización, en los balcones o en las redes sociales.
Como en Indonesia, donde la principal confederación desplegó pancartas en 200 ciudades y lanzó una campaña en internet invitando a “manifestarse desde casa”.
La principal reivindicación es que se garanticen los salarios pues, al igual que en el resto del mundo, la pandemia obligó a innumerables empresas a reducir o suspender su actividad. En Filipinas, unas 23 millones de personas, casi un cuarto de la población, están amenazadas por el hambre, alertó el responsable sindical Jerome Adonis.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al menos 1.600 millones de personas podrían perder sus empleos debido al confinamiento y a la consecuente recesión histórica.
Estados Unidos, país más afectado con casi 63.000 fallecidos, registró más de 30 millones de solicitudes de ayudas por desempleo desde mediados de marzo, un récord.
En América Latina, donde la pandemia ya provocó más de 11.000 muertes y 215.000 contagios, según las cifras oficiales, varios países contemplan levantar algunas restricciones. Pero “una flexibilización inmediata de las medidas podría ser desastrosa”, alertó Marcos Espinal, director del departamento de enfermedades contagiosas de la Organización Panamericana de Salud (OPS).