El coronavirus puso al límite la frágil estructura hospitala­ria de Manaos, la mayor ciu­dad de la Amazonia brasileña, con casi el 100% de ocupación de las camas disponibles en unidades de terapia inten­siva, mientras en el inte­rior del estado de Amazonas “ambulanchas” y ambulan­cias aéreas recogían enfer­mos de COVID-19 en áreas remotas.

La situación de vulnerabilidad se agravaba también en las ais­ladas tierras indígenas, en las que ya no se permitía la entrada de desconocidos y de las que solo salían algunos pocos auto­rizados para realizar compras de productos de subsistencia, según contó a Clarín por telé­fono una cacique de una aldea del norteño estado de Pará.

Según datos oficiales, al menos dos indígenas brasi­leños murieron víctimas de la COVID-19 y el ministro de Salud, Luiz Henrique Man­detta, advirtió que teme un avance de la epidemia entre las poblaciones ancestrales, históricamente vulnerables a las nuevas enfermedades y, por eso, enfrentando el peli­gro de ser diezmadas por la COVID-19.

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El alcalde de Manaos, Arthur Virgilio Neto, declaró que los hospitales públicos de la ciu­dad ya no tenían cómo recibir pacientes. Después, el secreta­rio de Salud del estado, Rodrigo Tobías, dijo que las unidades de terapia intensiva estaban al 95% de la capacidad.

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