En un acto inédito para millones de fieles, el papa Francisco, líder espiritual de la Iglesia Católica, dirigió ayer un solemne acto litúrgico en la soledad más absoluta. En la Plaza de San Pedro, acostumbrada a acoger a multitud de peregrinantes de todo el mundo, resonaron las palabras del Santo Padre: “Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido”.
El mensaje fue transmitido por radio y televisión para que llegara a las personas en vista de la cuarentena recomendada por la OMS. El escenario no pudo ser más lúgubre, con real oscuridad y una mansa lluvia cayendo desde las negras nubes del cielo: “Estamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados”, dijo, y añadió que de esta crisis mundial “nadie se salva solo”.
El papa Francisco presidió un momento extraordinario de oración por la pandemia del coronavirus, en el que impartió la bendición Urbi et Orbi, a Roma y el mundo, con la posibilidad de los fieles de obtener indulgencia plenaria, informó ayer el medio especializado ACI Prensa.
El acto se inició con la lectura del Evangelio de Marcos (4,35-41), en el que Jesús calma la tormenta en el mar de Galilea luego de ser despertado por los apóstoles que lo acompañaban en la barca. “Dios omnipotente y misericordioso, mira nuestra dolorosa condición: conforta a tus hijos y abre nuestros corazones a la esperanza para que sintamos en medio de nosotros tu presencia de Padre”, dijo antes de la lectura.
El medio indicó que en su meditación, el Papa se refirió a la pandemia: “Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas, llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas”.
“Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.
Francisco también realizó la adoración al Santísimo Sacramento, en silencio, durante varios minutos. A continuación se entonó el Tantum Ergo y finalmente el cardenal Angelo Comastri anunció la bendición Urbi et Orbi con la indulgencia plenaria.