Washington, Estados Unidos. AFP.
En más de 230 años, solo tres presidentes de Estados Unidos se han enfrentado a un juicio político. Pero muchos temen que esta herramienta constitucional se banalice ante contextos de división política.
La Constitución de EEUU proporciona un marco excepcional para expulsar a un presidente culpable de “traición, corrupción” y “delitos mayores”.
Corresponde a la Cámara de Representantes acusarlo en votación conocida como “impeachment”, y el Senado es el encargado de juzgarlo. Para destituir al mandatario, se necesita el voto de dos terceras partes de la cámara.
Solo Andrew Johnson en 1868, Bill Clinton en 1999 y Donald Trump han sufrido este proceso. Por lo tanto, algo raro en la historia.
Solo 21 años separan los juicios de los presidentes Clinton y Trump, y eso que Richard Nixon dimitió en 1974 poco antes de una votación de “juicio político” por su vinculación con el escándalo de espionaje político de Watergate.
También sobrevoló amenaza de juicio político contra George W. Bush por la invasión de Irak y, aunque de forma más marginal, contra Barack Obama.
“El juicio político a Trump es menos histórico que la continuación de una tendencia alarmante”, escribió Michael Gordon, ex miembro de la administración Clinton, en el sitio web Business Insider.