Por Ricardo Rivas, corresponsal en Argentina, Twitter: @RtrivasRivas

La primera semana que comienza no será sencilla para la Argentina. El venidero #5F podría amanecer como un miércoles más o como un día de miércoles para una sociedad que, desde varias décadas, transhuma un ecosistema social alterado preñado de múltiples situaciones oníricas que, en algunos casos, aparecen como paradisíacas y, en otros, como pesadillas desgraciadamente inolvidables.

Por estas horas, el ministro de Hacienda, Martín Guzmán, arriba a Berlín para acompañar al presidente Alberto Fernández, quien llegó ayer a esa ciudad y lidera una gira europea en procura del apoyo de algunos líderes en el Viejo Continente para que en el Fondo Monetario Internacional (FMI) habiliten a este país para postergar los pagos de la deuda pública que, con ese organismo, alcanza a poco más de US$ 44.000 millones. No es un buen momento, por cierto, en su más reciente reporte global, en lo que respecta a América Latina, el Fondo no incluyó a la Argentina por carecer de un plan económico que se conozca. Inusual.

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En el Vaticano, primera de las etapas de la recorrida presidencial, la deuda soberana fue parte de las conversaciones con el papa Francisco. Quedó afuera, no obstante, la mayor deuda que tiene Alberto F. con el Pontífice. La despenalización del aborto, “no se habló”, según el mandatario argentino. Sí se habló, según la comunicación oficial que emitió, luego del encuentro, el cardenal y secretario de Estado, Pietro Parolín. Confuso. En procura de esclarecimiento, dos fuentes con fluidos contactos en Roma, sostuvieron ante este corresponsal que “el diálogo entre el Santo Padre y Alberto fue el esperable entre dos jefes de Estado y, en ese contexto, no se abordaron cuestiones confesionales aunque, en el caso del aborto y en la Argentina, se entremezcla la religión con la política”. Los mismos informantes, con algún grado de ironía, coincidieron en puntualizar, en tono de broma, que “abortar es un pecado grave desde siempre para la Iglesia católica, defaultear no. ‘Dad al César lo que es el César y a Dios, lo que es de Dios’”, recordaron.

El mandatario argentino procura balancear los votos en el directorio del FMI donde Estados Unidos tiene un nada despreciable 16% de las voluntades de los directores y un enorme poder de presión sobre los restantes. Sin la buena voluntad de Donald Trump, toda gestión se complicará. De allí que Fernández habría celebrado –según insistentes voceros gubernamentales– el encuentro que mantuvo con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte porque, al parecer, su apoyo, en el tema de la deuda, “fue contundente”.

La presencia del ministro Guzmán, en los encuentros que habrán de extenderse en lo que resta de la gira presidencial, es relevante. De él se asegura que es “un especialista en reestructuración de deuda”, aunque sin aclarar que esa especialidad la ha bien ganado en los espacios académicos sin que se haya difundido nunca, hasta ahora, que reestructuración exitosa lideró. No obstante, su participación para dialogar con la canciller alemana Angela Merkel, con el presidente Emmanuel Macron, en París; con el jefe de Gobierno Pedro Sánchez, el rey Felipe VI, en Madrid; y, el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrel, en esa misma ciudad, será muy importante. Lleva con él información técnica privilegiada, sabe cómo explicarla y, por si fuera poco, cómo responder a los interrogantes de esos países que tienen múltiples inversiones en la región y aquí.

Sin embargo, las definiciones comenzarán a emerger cuando apenas en Buenos Aires haya pasado el mediodía y se conozca –se informe o no oficialmente– si por lo menos el 75% de los tenedores de los títulos denominados BP 21 aceptan o no postergar la recepción del pago de esas obligaciones hasta el 1 de mayo. Ese tramo de la deuda provincial bonaerense alcanza a un monto de US$ 250 millones que el gobernador Axel Kicillof asegura no tener. Ese título, de cuyo pago se duda, fue emitido años atrás por quien lideraba la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli –actual diputado nacional y embajador argentino designado en Brasil–.

En este punto, hay dos tendencias: 1) La de aquellos acreedores que consideran inaceptable esperar, porque piensan que se trata de un sondeo que realiza el Gobierno nacional a través de Kicillof, para pulsar la eventual evolución (fortalezas y debilidades) de un default más amplio al que suponen llegará más tarde que temprano la Argentina; y, 2) Los bonistas que se manifiestan proclives a esperar unas pocas semanas para recuperar parte de sus inversiones, porque el plato fuerte es la deuda nacional y no quieren dinamitar los puentes del diálogo. No será una semana más.

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