Ciudad de Panamá, Panamá | AFP
La falta de lluvias, producto del cambio climático, amenaza las operaciones del Canal de Panamá, ya comprometidas por la caída del comercio, 20 años después de haber pasado de administración estadounidense a manos panameñas.
Al mediodía del 31 de diciembre de 1999, la ex presidenta panameña Mireya Moscoso izaba por primera vez la bandera de su país en el edificio de la administración del Canal, en un ambiente de júbilo generalizado.
Panamá recibía así la vía interoceánica de parte de Estados Unidos, que la inauguró el 15 de agosto de 1914 y la administró por 85 años.
Veinte años después, el cambio climático es la principal amenaza que se cierne sobre esta vía de 80 kilómetros que une el Océano Pacífico y el Mar Caribe, y cuyos principales usuarios son EEUU, China y Japón.
“El cambio climático en el Canal de Panamá está ampliamente evidenciado”, dijo el administrador de la ruta, Ricaurte Vásquez, un economista.
Las alarmas se encendieron porque el país enfrenta mínimos históricos de precipitaciones. Eso ha generado “un déficit importante de agua” en los lagos de la cuenca hidrográfica que abastecen la ruta.
“El reto que tiene el Canal de Panamá ahora mismo es cómo resolver la demanda de agua para los próximos 50 años”, afirmó Vásquez.
Según la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), este año las lluvias han estado 27% por debajo del promedio. Además, la temperatura del lago Gatún, el principal afluente del Canal, ha subido 1,5 grados Celsius en la última década, lo que ha producido una pérdida significativa de agua por evaporación.
La situación ha provocado que de los 5.250 millones de metros cúbicos de agua dulce que necesita el Canal para operar de manera sostenida, sólo se dispongan de unos 3.000 millones.
“El mayor reto que enfrenta el Canal es proveer de manera sostenible agua para una operación confiable, tal y como lo ha hecho hasta el día de hoy”, señaló a la AFP, Óscar Bazán, ex directivo de la vía panameña.