La Paz, Bolivia. AFP.

Con el nombramiento de un embajador en Estados Unidos, el primero en una década, Boli­via dio un viraje drástico en su política exterior, tras casi 14 años de vigencia del socia­lismo del siglo XXI que favo­reció intereses chinos y rusos.

La decisión del gobierno pro­visional de derecha de Boli­via, reconocido por Donald Trump, implica un inespe­rado corte de caja en la rela­ción entre La Paz y Washin­gton, severamente dañada durante el gobierno del ex mandatario indígena Evo Morales (2006-2019), un antiguo sindicalista coca­lero. “Las relaciones se rom­pieron por una cuestión ideo­lógica, no tenemos nada [más] pendiente que resolver con Estados Unidos”, señaló el constitucionalista José Luis Santiesteban.

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“No tener relaciones con Estados Unidos, con seguri­dad, nos ha cerrado algunas puertas en diferentes esce­narios”, dijo el analista polí­tico Carlos Börth, resaltando la pérdida de mercados para las exportaciones de textiles bolivianos.

Desde que asu­mió el poder hace dos sema­nas, la mandataria interina Jeanine Áñez rápidamente buscó diferenciarse de la política exterior de su ante­cesor: se distanció de Cuba y Venezuela, aliados políticos de Morales, al expulsar a 725 médicos cubanos y recono­cer a Juan Guaidó como pre­sidente encargado de Vene­zuela tras romper relaciones con Nicolás Maduro.

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