Bagdad, Irak | AFP

Tres manifestantes murieron el domingo en el sur de Irak y decenas resultaron heridos por las fuerzas de seguridad, que lanzaron disparos tam­bién en el centro de Bagdad, convertido en un campo de batalla. Los manifestantes murieron en Nasiriya por impacto de bala durante la noche, mientras que en Bag­dad, en la plaza Khalani, cerca de Tahrir, oleadas de manifes­tantes corrían bajo el fuego de una nube de gas lacrimógeno.

En la multitud, varias ambu­lancias y tuk tuk (taxis de tri­ciclos motorizados) transpor­taban decenas de heridos cerca de la plaza Tahrir, epi­centro de las protestas donde se encontraban centenares de manifestantes.

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La ola de manifestaciones y violencia que vive Irak desde el 1 de octubre, para exigir la caída de un gobierno que consideran corrupto e incompetente, ha dejado más de 300 muertos, según un balance de la AFP.

Pero seis semanas más tarde, las autoridades, que parecían fragilizadas por la moviliza­ción, acordaron el sábado respaldar al criticado pri­mer ministro y acabar a toda costa con las protestas.

Tras este acuerdo en favor de “una vuelta a la vida nor­mal”, las fuerzas de seguri­dad intensificaron este fin de semana la represión en un país que sigue cortado del mundo, sin internet ni redes sociales. En tanto, el gobierno de Estados Unidos formuló el domingo un llamado a las autoridades iraquíes a que convoquen “elecciones anti­cipadas”, así como pidió el “cese de la violencia contra los manifestantes”. “Estados Unidos está gravemente preo­cupado por la continuidad de los ataques contra manifes­tantes, activistas cívicos y la prensa, así como las restric­ciones impuestas al acceso a Internet”, apuntó la Casa Blanca en una nota oficial.

RICO EN PETRÓLEO, ALTO DESEMPLEO

Irak tiene un desempleo entre los jóvenes que ronda el 25%, mientras que uno de cada cinco de sus habitan­tes vive bajo el umbral de la pobreza. El movimiento de protesta reclamaba original­mente empleos y mejores servicios. Ahora los mani­festantes piden además la renuncia de todos los res­ponsables políticos y una renovación total del sis­tema político implementado desde la caída del dictador Sadam Husein, en el 2003.

Amnistía Internacional exhortó en un comunicado a las autoridades iraquíes a “ordenar de inmediato el fin del uso continuo e ilegal de la fuerza letal”. La organización también les pidió que contu­vieran a sus fuerzas de segu­ridad para “evitar un baño de sangre”. Esa violencia ha dejado más de 12.000 heri­dos desde el 1 de octubre.

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