COMENTARIO

Por Ricardo Rivas, corresponsal en Argentina

“Las tensiones que afectan los indicadores macro y microeconónicos en la Argentina, al igual que las presiones sobre Alberto Fernández y Mauricio Macri, son políticas y se mantendrán hasta las presidenciales, dentro de 58 días, cuando se defina quién tendrá el poder que emerja de las urnas. Hasta entonces, no habrá nada concreto para disputar”, sostuvieron ante este corresponsal tres fuentes inobjetables del Partido Justicialista (PJ), de larga militancia. En consecuencia, la incertidumbre creciente será el clima dominante en el paisaje argentino lo que no es extraño a una sociedad que vive, desde muchas décadas, en un ecosistema social alterado.

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Tanto, portavoces del establishment privado, como del funcionariado –que exigen reserva estricta sobre sus identidades- aseguran que “no hay, hasta el momento, ni siquiera indicios de una eventual corrida bancaria”. Agregan que “los bancos están sólidos y fondeados”. Precisan que “los movimientos de los depósitos son los habituales” y enfatizan en que “no se verifican extracciones superiores al promedio por parte de los ahorristas”. Explican, además, que “reperfilar los pagos de la deuda resolverá un problema de liquidez fiscal”, destacan que “las reservas se encuentran en torno de los 50 mil millones de dólares de los cuales 20 mil millones son de libre disponibilidad” y, finalmente, argumentan que “el reordenamiento de los pagos, sin quita de capital ni de intereses, no es más que lo que la oposición reclamó en el mismo sentido”, aunque sin mencionar taxativamente a Fernández y ni a Roberto Lavagna que, fragmentariamente, lo plantearon como necesidad para el futuro gobierno. De hecho, allegados a este último aseguraron que “recibió positivamente los anuncios” y su hijo Marco, candidato a diputado nacional, sostuvo que “es bueno” lo anunciado por el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI), pese a que advirtió que “analizará el impacto” de las medidas dispuestas que aún deben pasar por el Parlamento, se comprometió a “seguir en pie con la Argentina en estos tiempos difíciles”.

Fuentes del Partido Justicialista (PJ), en media docena de casos, caracterizaron la situación como de una “tensión política” que se verifica “tanto en el oficialismo, donde el presidente Macri es el pato más rengo que nunca (33,12% de los votos en las PASO), como en la oposición sobre la persona de Alberto (49,19% de la voluntad popular)”. Destacan luego que “Macri tiene muy poco para dar a los que presionan, mientras que Fernández, al carecer de las herramientas de poder efectivas, se encuentra en una situación parecida ante grupos de poder internos partidarios y externos, entre los que se destacan algunos líderes empresarios e inversores sectoriales que procuran posicionarse y disponen para ello de algunas herramientas para mover negativamente algunos indicadores”. En ese contexto, aunque sin aportar mayores detalles, señalaron que “algunos miembros del establishmet días atrás presionaron sobre Mauricio y Alberto en el transcurso de un seminario del más alto nivel que se desarrolló en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) auspiciado por el Grupo Clarín”, y revelaron que “mientras, otros hombres de negocios se reunieron a bordo del crucero de la quinta fortuna argentina según la revista Forbes, mientras navegaba en el Mediterráneo, para proyectar el futuro cercano”. Los mismos informantes, sin embargo, destacaron que “también son importantes las presiones que se verifican en la interna peronista y, en particular, entre los integrantes del Grupo Callao –un think tank, fundado por Alberto Fernández- y el Instituto Patria, liderado por Cristina Fernández por el control de áreas en un futuro gobierno casi inevitable y eso genera ruido porque un peronismo bifronte en el poder no es bueno”.

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