Washington, Estados Unidos. AFP.

Cada vez que se produce una matanza, los estadounidenses debaten sobre las causas que permiten explicar el número récord de tiroteos que se producen en el país y algunos esgrimen razones alternativas a la abrumadora cantidad de armas de fuego.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un partidario de las armas de fuego, habló el lunes de las “enfermedades mentales”, del “odio” y de los “videojuegos” como responsables de las matanzas que dejaron 31 muertos el fin de semana en Texas y Ohio.

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“La gente sufre de enfermedades mentales en todos los países y la gente juega a los videojuegos en todos los otros países. La diferencia está en las armas de fuego”, le respondió en Twitter su rival en las elecciones del 2016, la demócrata Hillary Clinton.

El derecho al porte de armas está inscrito en la Constitución estadounidense y un tercio de los adultos declara tener al menos un arma de fuego. En el mercado se pueden comprar fácilmente todo tipo de armas, desde un fusil de asalto hasta una pistola rosa para niña.

A nivel federal, no hay ninguna norma para regular las ventas entre particulares, que representan cerca de un tercio de las transacciones. En las tiendas, el vendedor debe revisar los antecedentes penales del comprador antes de entregarle el arma y algunas condenas por incidentes de violencia pueden bloquear la transacción.

Pero cada vez que hay una matanza, emergen voces que piden que haya controles reforzados y la prohibición de las armas de fuego más mortíferas. La poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) siempre se opone. Y su influencia en la clase política asegura que se adopten muy pocas medidas concretas, a excepción de la prohibición en el 2018 de los “bump stocks”, un mecanismo que permite modificar un arma para poder tirar en ráfagas.

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