Río de Janeiro, Brasil. AFP.
Una nueva masacre se produjo este lunes en una prisión del norte de Brasil, donde al menos 52 reclusos murieron en enfrentamientos entre bandas rivales que disputan las rutas de la cocaína de esa estratégica región. Al menos 16 de las personas asesinadas en la cárcel de Altamira fueron decapitadas, precisaron las autoridades del estado amazónico de Pará.
La rebelión empezó hacia las 07:00 locales (10:00 GMT) y concluyó antes del mediodía. “Fue un enfrentamiento entre bandas rivales. Dos guardiacárceles fueron tomados como rehenes, pero ya fueron liberados”, dijo a la AFP un portavoz de la Superintendencia de Prisiones de Pará. Los enfrentamientos se iniciaron cuando dos personas detenidas en un ala reservada a los miembros de una de las facciones irrumpieron en la zona del grupo rival y desencadenaron un incendio, precisó el portavoz.
CABEZAS COMO PELOTAS
“Es probable que muchos detenidos hayan muerto asfixiados”, agregó, indicando que el balance de víctimas podría agravarse una vez que los expertos enviados al lugar terminen su inspección. Un video que circula en las redes sociales, reproducido igualmente por medios locales, muestra seis cabezas amontonadas junto a un muro; un prisionero se aproxima y hace rodar una con el pie, como si fuera una pelota de fútbol.
Otro video muestra cuerpos calcinados sobre un techo del que emana una espesa humareda oscura, mientras reclusos armados con machetes recorren el lugar. Según las autoridades penitenciarias, la cárcel de Altamira tiene una capacidad de acogida de 200 presos, pero albergaba más de 300. En setiembre pasado, siete presos fueron asesinados en otro motín, atribuido a una tentativa de fuga de ese mismo establecimiento.
RUTA DE LA COCAÍNA
Brasil, con 727.000 detenidos, tiene la tercera mayor población carcelaria del mundo, aunque apenas cuenta con 368.000 plazas en sus prisiones. A fines de mayo, 55 presos perdieron la vida en ajustes de cuentas durante dos días de enfrentamientos en varias cárceles del estado de Amazonas, vecino de Pará. Una ola de motines en estados del norte y del nordeste, con más de 100 asesinados, muchos de ellos en condiciones atroces, sacudió este país de 210 millones de habitantes a inicios del 2017, atribuidos a rivalidades entre bandas por el control de las rutas del tráfico de cocaína.
BOLSONARO Y LA MUERTE DEL CACIQUE
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó este lunes que todavía no hay “ningún indicio fuerte” de que el cacique waiapi hallado muerto en la Amazonía la semana pasada haya sido asesinado, un caso que está siendo investigado por la policía.
Las autoridades también investigan denuncias de que un grupo de mineros ilegales armados invadió el viernes una de las aldeas waiapi del estado de Amapá (norte), tres días después de que el líder fuera hallado muerto en un río.
La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos condenó este lunes el asesinato del cacique. “Es un síntoma preocupante del problema creciente de la intrusión en tierras indígenas –sobre todo en las selvas– por parte de mineros, explotadores madereros y agricultores en Brasil”, escribió Michelle Bachelet en un comunicado.