“En los últimos 20 años, Marrue­cos sufrió una metamorfosis radical: Tras su ascenso al trono, en 1999, el rey Mohammed VI impuso el nuevo concepto de autoridad en donde los derechos huma­nos, la buena gobernanza y la democracia han estado en el corazón del nuevo pro­yecto”, sostuvo Badreddine Abd El Moumni, embajador del Reino de Marruecos en Paraguay.

A Mohamed VI lo llaman “El Rey de los Pobres”. Y las estadísticas son compartidas por unanimidad: Ha condu­cido a Marruecos hacia un inédito despegue econó­mico y de derechos políti­cos y sociales. “En el 2004, el rey adoptó el nuevo Código de la Familia por el cual se le pone fin a la tutela del hom­bre sobre la mujer. Antes de eso, la mujer estaba bajo la tutela de su padre, primero y luego de su marido. Jurídica­mente no tenía derechos civi­les, pero con esta reforma la mujer logra la corresponsa­bilidad en la familia, un logro del rey”, afirma el diplomático marroquí.

La acelerada modernización es palpable, ya que se visua­lizan nuevas infraestruc­turas, construcciones de autopistas modernas y aero­puertos, el complejo portua­rio Tánger Med, la puesta en marcha del tren de alta velo­cidad, Al Boraq, que une Tán­ger con Rabat, la capital. Ade­más de la puesta en marcha de dos satélites, el rey apunta a la industria automotriz. Marruecos prevé producir un millón de vehículos al año con tres fábricas en el 2021: Renault-Nissan (ya produce unos 400.000 vehículos), Grupo PSA y la china BYD.

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En el 2016 puso en marcha la megaplanta solar Noor, una de las mayores del mundo. Cuando el rey ascendió al trono había 400 kilómetros de autopistas construidas y ahora suman 1.800. La elec­trificación y el acceso al agua potable están casi completa­dos. Marruecos: La revolu­ción que parece un “milagro”.

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