AFP
El caso de Vincent Lambert ha dividido a su propia familia y generado un férreo debate en Francia sobre la eutanasia y la muerte digna. Lambert sufrió en el 2008, cuando tenía 32 años, un accidente automovilístico que lo dejó con daños cerebrales irreversibles.
Los médicos decidieron finalmente suspender los cuidados que recibía desde hace más de diez años a partir de ayer lunes, tras una última decisión del Consejo de Estado francés.
Los padres de Lambert, católicos fervientes, se han opuesto vehementemente a poner fin a la vida de su hijo y han recurrido sistemáticamente a las decisiones judiciales de cesar los cuidados médicos. El sábado, enviaron una carta al presidente Emmanuel Macron pidiéndole que interviniera para mantener a su hijo con vida. Pero el mandatario francés estimó el lunes, en un mensaje publicado en Facebook, que “no le corresponde a él suspender” esta decisión tomada “entre sus médicos y su esposa, que es su tutora legal”. La esposa de Lambert, Rachel, cinco de sus hermanos y un sobrino luchan desde hace años para desconectarlo, y denuncian un ensañamiento terapéutico. Según ellos, Vincent Lambert no hubiera querido ser mantenido en vida a través de máquinas, pero no dejó ninguna consigna por escrito.
“¡SON UNOS MONSTRUOS!”
“Es una vergüenza, un escándalo absoluto, ni siquiera pudieron besar a su hijo”, reaccionó Jean Paillot, abogado de los padres de Vincent Lambert en declaraciones a la AFP, tras anunciarse la interrupción de los cuidados médicos. “¡Son unos monstruos! ¡Monstruos!”, gritó el lunes desde un vehículo Viviane Lambert, la madre de Vincent, al pasar frente al hospital de Reims (noreste) donde está internado. En un mensaje en alusión al caso de Lambert, el papa Francisco pidió el lunes en un tuit “proteger la vida”.