Perú lo tiene todo: tiene el mar que baña sus costas, extensas e interminables dunas y desiertos. Tiene el encanto de las montañas con sus cumbres nevadas así como la tupida selva amazónica. El país andino es a nivel cromático un paraíso para la vista y los sentidos. Un país incomparable y digno de apreciar para el viajero y para aquel que posee un exigente paladar.

Una gran atracción son las ciudades, muchas de ellas conjugan la historia de la conquista con la modernidad de los edificios del siglo XX y XXI. Aunque conserva sus raíces, la capital, Lima, es una ciudad actual y renovada que está en constante transformación, pero sin olvidar su identidad como un valioso pasado colonial.

Un gran atractivo, por su variedad cromática, el cerro de los 7 Colores, ubicado al sur de Cusco.

También posee otros atractivos gracias a su rica historia y su enorme riqueza cultural, basada en el aporte de los pueblos indígenas que desarrollaron su civilización miles de años atrás.

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Los incas fundaron un gran imperio, una de las últimas de la civilización precolombina, con un notable desarrollo de la arquitectura y el urbanismo, elementos que se pueden apreciar en la monumental ciudadela Machu Picchu, ubicada al sur del país, en pleno corazón de los Andes.

Las dunas y sus desiertos marcan gran parte de la geografía del país incaico.

Indudablemente un aspecto de suma relevancia del patrimonio cultural y económico de los peruanos es su producción artesanal. Enormemente variada por su procedencia geográfica y étnica, expresa la vida de los pueblos urbanos y rurales, así como indígenas y de los pueblos mestizos.

Y aquí la variedad es tan abundante como valiosa, comprende instrumentos pequeños de uso doméstico hasta creaciones compuestas que aplicadas –¡cómo no!– al culto religioso, muy extendido en un país que heredó de los incas sus creencias hacia la divinidad.

Los tejidos y su gran variedad de tonos, otro sello inconfundible del Perú.

Tanto en el pasado como en la actualidad se utilizan más varios materiales, muchos de ellos piezas originales, para confeccionar la cerámica, el tejido y el papel, tan distintivos en esta rica cultura.

La gran variedad cromática del Perú no podía no contar con el lago Titicaca, este enorme espejo de agua (el más alto del mundo de agua dulce) que separa a peruanos de bolivianos.

La cerámica sobresale en su antigua producción artesanal.
El Lago Titicaca y su incomparable azul índigo.

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