San Pablo, Brasil. AFP.
“Nadie entra en una tienda de armas pensando en matar”, asegura Silvana Tavares, para quien el tiro deportivo es pasión antigua. Brasil marcó en el 2017 un récord de 63.880 homicidios y las armas, ahora más asequibles al público, calientan los ánimos.
El presidente ultraderechista Jair Bolsonaro firmó el martes un decreto que flexibliza la posesión de armas y puso el tema en la mira, con los brasileños disparando opiniones a favor y en contra.
En el centro de San Pablo, Vera Ratti, propietaria de una antigua armería de fachada angosta y discreta saluda la medida. “El hombre desde que es hombre se defiende”, dice.
La tienda, que vende también otros elementos de defensa personal como sprays pimienta y navajas, cuenta con un pequeño club de tiro con tres pistas al fondo y recibe mayormente a hombres ligados al área de seguridad. También a deportistas, médicos y abogados.
Para Ratti, el decreto disminuirá la violencia porque “el maleante busca algo fácil, saber que no va a tener resistencia. Inhibirá al criminal saber que en una casa, en un comercio, las personas pueden estar armadas y que tienen derecho a defenderse”, opina.
Tercera clasificada en el campeonato de tiro de San Pablo, Silvana Tavares coincide y dice que nunca empuñó el arma contra nadie. Tampoco se ve matando. Tenerla en casa, sin embargo, es un derecho al que no renuncia. La firma del decreto no generó una repercusión inmediata en la armería, más allá de la llegada consecutiva de varios equipos de periodistas.
Ratti explica que el comercio de armas no es diferente al de otro rubro, y sigue igualmente las oscilaciones económicas brasileñas. Cree que el sector mejorará pero no por el decreto, sino por las políticas económicas del gobierno que asumió el 1 de enero y que, a su juicio, “muestra señales de avance en todos los aspectos”.