Pekín, China. AFP.
China celebró este martes con gran pompa los 40 años de reformas económicas que lo convirtieron en la segunda economía mundial, al tiempo que el presidente Xi Jinping rechazó cualquier interferencia extranjera en el camino elegido por el gigante asiático.
“Nadie puede dictar al pueblo chino lo que debe o no debe hacer”, declaró Xi durante un discurso de casi hora y media dedicado a los espectaculares avances económicos y sociales de China desde las reformas iniciadas en 1978.
Aunque aseguró que su país seguiría la vía reformista, el presidente chino no anunció ninguna medida concreta y reivindicó la supremacía del Partido Comunista Chino (PCC).
Esta declaración del presidente más poderoso del país desde Mao Zedong (1949-1976) se produce en un momento en que Pekín está sometido a una dura presión de Estados Unidos para que realice “cambios estructurales” en su economía.
Las dos primeras potencias económicas del planeta están sumidas en un virulento diferendo comercial desde hace meses, con la aplicación mutua de aranceles.
Durante un gran encuentro en el Gran Salón del Pueblo de Pekín, Xi volvió a prometer que su país continuará su apertura al comercio y a las inversiones con el ímpetu de las reformas emprendidas el 18 de diciembre de 1978.
“Cambiaremos decididamente aquello que puede ser reformado y no cambiaremos, decididamente, lo que no pueda serlo”, añadió.
En 1976, tras diez años de caos provocado por la Revolución Cultural y con la muerte de su gran timonel, Mao Zedong, China era un país extremadamente pobre con una economía fundamentalmente rural, planificada y colectivista.
Pero entonces dio un giro histórico: la tercera sesión plenaria del XI Congreso del Partido Comunista Chino (PCC), celebrada entre el 18 y el 22 de diciembre del 2018, ratificó el viraje hacia la “Reforma y la Apertura” y una “economía de mercado socialista” bajo la batuta de su promotor, Deng Xiaoping.