Bagdad, Irak. AFP

Un año después del anuncio de la victoria contra el Estado Islámico (EI), Irak está inmerso en una grave crisis política, social y económica que había estado latente durante los años de dura lucha contra el grupo yihadista. Tras haberse mostrado unidos en la lucha contra el EI, los dirigentes iraquíes están ahora fuertemente divididos y también se confrontan al malestar de la población.

Durante las últimas décadas, Irak sufrió una gran inestabilidad tras el conflicto con Irán de 1980 a 1988, la primera guerra del Golfo entre 1990 y 1991 y la segunda con la intervención estadounidense en 2003, que terminó con el régimen de Sadam Husein. En 2014, el EI se hizo con el control de un tercio del territorio iraquí.

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Con el apoyo de la coalición internacional liderada por Washington, el ejército iraquí y fuerzas paramilitares combatieron contra el EI durante tres años y Bagdad anunció en diciembre del año pasado su “victoria” ante la organización yihadista.

Tras décadas de conflictos sucesivos, los dirigentes iraquíes afrontan profundos problemas, relegados durante “los años del EI”.

Aunque las autoridades iraquíes ganaron la guerra, “lo más difícil de conseguir es la victoria política”, explica Renad Mansur, investigador del Chatham House en Londres.

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