Sídney, Australia. AFP.
El primer ministro australiano, enfrentado a las críticas políticas y las amenazas de represalias sobre el comercio exterior, pareció retractarse el martes sobre el posible traslado de la embajada de Australia en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, y declaró que antes consultaría a sus aliados.
Scott Morrison, acusado de echar por tierra 70 años de diplomacia, declaró en el parlamento, después de que la prensa anunciara que Indonesia podría suspender un acuerdo comercial bilateral, que no se había tomado ninguna decisión definitiva.
Horas antes, Morrison convocó a una rueda de prensa para declarar que estaba “abierto” a las proposiciones de reconocimiento formal de Jerusalén como capital del Estado de Israel y el traslado de la Embajada de Australia a esa ciudad.
El primer ministro explicó a los parlamentarios que “examinaría las opiniones” de los dirigentes de la región sobre la idea de seguir los pasos del presidente estadounidense Donald Trump “antes de que en el gobierno se forme una opinión particular sobre esta cuestión”.
Responsables australianos explicaron que se estudiaba el traslado de la embajada desde hace varios meses. Pero este anuncio llegó unos días antes de unas elecciones legislativas parciales claves para su gobierno, ya que el resultado podría costarle su débil mayoría parlamentaria (un escaño).
Las elecciones se celebran el sábado en una circunscripción de fuerte población judía en Sídney.
El candidato del Partido Liberal de Morrison, un ex embajador de Australia en Israel, no parte como favorito en intención de voto, según los sondeos.
Una portavoz del Partido Laborista (oposición) acusó a Morrison de querer convencer a parte del electorado con este tipo de anuncio.
“Estamos comprometidos con una solución de dos Estados”, el de Israel y un Estado palestino, “pero, francamente, esto no va muy bien, se han realizado pocos progresos y no hay que seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes”, explicó Morrison.