Ciudad del Vaticano, Santa Sede.

El papa Francisco pro­clamó santos al ase­sinado arzobispo salvadoreño Óscar Romero, emblema de una Iglesia com­prometida con los pobres, y al papa italiano Pablo VI, el pontífice del diálogo, en una multitudinariamisa de canonización celebrada el domingo en la plaza de San Pedro del Vaticano.

“Declaramos y consideramos santos a Pablo VI y a Óscar Arnulfo Romero Galdámez”, declaró según la fórmula en latín el papa Francisco, quien canonizó en la misma ceremonia a los religiosos Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Catalina Kasper, Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y allaico Nuncio Sulprizio. El papa Pablo VI fue “el profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres”, declaró Fran­cisco durante la homilía.

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“Es hermoso que junto a él y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre mon­señor Romero,quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumi­dad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”, aña­dió suscitando aplausos y ovaciones. En homenaje, el Papa usó como vestimentas litúr­gicas durante la ceremonia el cíngulo con sangre que lle­vaba en la cintura Romero el día de su asesinato en 1980, así como la casulla de Pablo VI.

Miles depersonas, entre religiosos, fieles y autorida­des de los dos continentes asistieron a la solemne pro­clamación en el Vaticano, entre ellos unos 7.000 sal­vadoreños. Según la Gen­darmería del Vaticano, unas 70.000 personas abarrotaron la plaza desde muy temprano para asistir a la ceremonia.

En un ambiente festivo, los salvadoreños cantaban y enarbolaban pancartas con la imagen del religioso, ase­sinado el 24 de marzo de 1980 por los escuadrones de la muerte mientras oficiaba misa, y quien se convirtió en un ícono mundial de la defensa de los pobres y de la lucha contra la violencia.

EJEMPLOS PARA LA IGLESIA

Los retratos gigantes de los siete nuevos santos cubren ahora la fachada de la basí­lica de San Pedro, donde fue­ron expuestas sobre un altar sus respectivas reliquias, entre ellas parte de un hueso de Romero y la camiseta que Pablo VI llevaba cuando fue apuñalado en Filipinas en 1970. Los dos nuevos san­tos son figuras representati­vas de la Iglesia que impulsa el Papa argentino, “pobre para los pobres”.

“Que el Señor nos ayude a imitar su ejemplo”, clamó el pontí­fice argentino al concluir su homilía. La canonización de Romero (1917-1980) en el Vaticano, donde contó con numerosos enemigos, reivin­dica la figura de un obispo que fue perseguido, humi­llado y amenazado, incluso por la propia curia romana, que intentó por años blo­quear el proceso.

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