El paro camionero de mayo y el Mundial de Fútbol tendrán a Brasil casi dos meses a media marcha, en tanto la perspectiva de mejora económica se aleja, a cuatro meses de unas elecciones plagadas de incertidumbre. Con la huelga de camioneros, Brasil tuvo “una pérdida total e irrecuperable” de 40.000 millones de reales (US$ 10.740 millones), dijo a la AFP Gilberto Luiz do Amaral, presidente del Instituto Brasileño de Planificación y Tributación (IBPT).
El gobierno dejó de recaudar 5.800 millones de reales a causa de ese movimiento, que paralizó durante más de una semana a la mayor economía latinoamericana. El gobierno estimó el impacto en un 0,2% del PIB, considerando solo la baja en la producción. Brasil salió en el 2017 de la peor recesión de su historia, con un crecimiento de 1%. El gobierno y el mercado preveían una expansión de un 3% este año, pero en los últimos meses esas expectativas no pararon de degradarse y ahora los economistas más optimistas proyectan un incremento del PIB de 2%.
El paro camionero ocasionó “una reducción de la oferta, con la consiguiente alza de precios” y podría repercutir en las exportaciones.
El efecto de la Copa Mundial de Rusia en la productividad ya había sido incorporado por las empresas y las administraciones, que en los días con partidos de la Seleção darán horas libres a sus empleados, a ser compensadas luego. Aunque el comercio relacionado con el Mundial tampoco suele dejar una huella importante, en esta ocasión las expectativas son magras. Los brasileños, saturados por la crisis y las denuncias de corrupción, no han mostrado mayor entusiasmo por las aventuras de Neymar y sus colegas. A ese desánimo hay que sumarle la angustia de la elección presidencial.