Brasilia, Brasil | AFP
La Cámara de Diputados es la sala principal del castillo de poder en Brasil, un enjambre de 513 legisladores y 26 partidos cuyas alianzas, intrigas y traiciones deciden el destino del país y que tiene ahora en sus manos el futuro del presidente Michel Temer, sitiado por acusaciones de corrupción.
Con el fin del receso en agosto, "La Casa" retomará el centro de la escena política como lo hizo durante el impeachment de Dilma Rousseff en 2016, cuando a lo largo de tres días desbordados de insultos, invocaciones a Dios y discursos extravagantes se ganó el mote de "circo del horror". Un circo que en todo caso marcó el principio del fin de un ciclo de 13 años de gobiernos de izquierda (el impeachment fue aprobado finalmente por el Senado) y lo reemplazó por un gobierno conservador-liberal, el de Temer, que hasta ese momento era un vicepresidente opaco.
Ese mundo aparte, desprestigiado y caricaturizado, tiene a 190 de sus miembros (37% del total) investigados por la Justicia, cuatro de ellos ya condenados y hasta uno preso, que puede legislar durante el día gracias a un régimen de detención semiabierto antes de volver a dormir a su celda.
Dominada por el "Centrao" (gran centro) o bancada "BBB" (Biblia, Bala y Buey, que defiende intereses religiosos y del agronegocio y propone mano dura en asuntos de seguridad pública), la Cámara decidirá si la acusación de que Temer cobró un soborno del gigante frigorífico JBS llega a la Corte Suprema o simplemente pasa al olvido.
En esa sesión prevista para mañana 2 de agosto estará en juego -una vez más- el futuro de la Presidencia de la principal economía de América Latina. La oposición debe juntar 342 votos para que el proceso prosiga. Según la socióloga Débora Messenberg, de la Universidad de Brasilia, "el poder económico determina los mandatos al financiar las candidaturas y luego domina esos mandatos", dijo.
El rol del centro de poder en Brasil
El rol del "Centrao" fue determinante en la destitución de Rousseff, acusada de manipular las cuentas públicas. El proceso fue conducido por Eduardo Cunha, un economista evangélico que ahora purga 15 años de cárcel por el caso Petrobras.
Pese a que el 84% de los brasileños considera que el gobierno de Temer es malo o pésimo, ganó todas las votaciones en el Congreso, incluso las posteriores a la denuncia de que Temer recibió un soborno de JBS.
Tres veces jefe de la Cámara de Diputados, Temer llegó a tener de su lado a más de 20 de los 26 partidos, antes de perder parte de su base por el escándalo. Consciente de dónde está el corazón de su poder, el Presidente lideró la batalla en una comisión que evaluó su caso antes de enviarlo al plenario, y se llevó la victoria.