El vicepresidente de Brasil, Geraldo Alckmin, advirtió que los aranceles del 50 % a los productos brasileños anunciados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, “podrían encarecer” el costo de vida en el país norteamericano, informó hoy la agencia AFP.
La relación entre la mayor economía de América Latina y Estados Unidos atraviesa una crisis diplomática a causa de estas tasas aduaneras, que según Trump son en respuesta a una “caza de brujas” de la justicia brasileña contra el expresidente Jair Bolsonaro y decisiones del tribunal supremo de ese país contra redes sociales estadounidenses. Las tasas entrarían en vigor el 1 de agosto.
Estrategia secreta
La situación declarada entre ambas potencias tiene repercusión hasta el último rincón del planeta. Desde Rusia, el medio RT advirtió que Brasil tiene “un as” bajo la manga.
“Frente al nuevo arancel del 50 % anunciado por EE. UU. sobre las exportaciones brasileñas, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva estudia una represalia poco convencional: flexibilizar el tratamiento de la propiedad intelectual de empresas estadounidenses", indicó el medio.
Agrega que calificada por Lula como “inaceptable”, la iniciativa podría encontrar respuesta en un ámbito particularmente sensible para Washington: las patentes, los derechos de autor y la protección de innovaciones tecnológicas.
A continuación, el portal explica que la propiedad intelectual comprende los derechos sobre invenciones, obras culturales y desarrollos tecnológicos, y garantiza que sus creadores reciban beneficios por su uso. En Brasil, este campo está regulado por dos leyes clave: la de Propiedad Industrial (1996) —que cubre patentes, marcas y diseños— y la de Derechos de Autor (1998), que protege obras como canciones, libros o películas.
El gobierno brasileño considera aplicar licencias obligatorias sobre productos estadounidenses, especialmente en el sector farmacéutico. Esto permitiría a laboratorios nacionales fabricar medicamentos patentados sin pagar derechos.
Antes de finalizar, advierten que este escenario convierte a la propiedad intelectual en un blanco estratégico: flexibilizar su aplicación impactaría directamente en uno de los pilares de la economía estadounidense —la innovación tecnológica y cultural—, sin provocar efectos inflacionarios inmediatos en Brasil.