La hermana Albertine, una joven monja católica, llega a las afueras del Vaticano con su teléfono móvil en mano, lista para grabar nuevos videos para sus cientos de miles de seguidores en internet. La monja de 29 años, cuyo nombre secular es Albertine Debacker, es una de los cientos de “influencers” católicos que llegaron a Roma para un encuentro de redes sociales organizado esta semana por el Vaticano.
El Vaticano los llama los “misioneros digitales” y el papa León XIV ofició una misa para ellos en la Basílica de San Pedro, donde los instó a crear contenido para aquellos que “necesitan conocer al Señor”. La Iglesia católica, que por años se mantuvo cautelosa ante las redes sociales, ahora las ve como una herramienta clave para propagar la fe ante una decreciente presencia en los templos.
Para la hermana Albertine, es el “terreno misionero” ideal. Dentro de la basílica barroca, fue una más en la multitud de “influencers” religiosos que rodearon al nuevo papa, transmitiendo la reunión en vivo en sus teléfonos inteligentes desde uno de los sitios más sagrados de la cristiandad.
Consideró altamente simbólico que el Vaticano organizara la congregación de discípulos en Instagram. “Nos está diciendo que “es importante hacerlo, estamos con ustedes y buscaremos juntos cómo podemos llevar adelante esta nueva evangelización”, declaró a AFP. La cumbre de “influencers” se celebró como parte del “Jubileo de la Juventud” del Vaticano, que atrajo a gran cantidad de jóvenes a Roma.
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La hermana Albertine tiene 320.000 seguidores en Instagram y algunos de sus videos llegan a tener más de un millón de vistas. En la red comparte una mezcla de oraciones con episodios de la vida religiosa, a menudo desde una abadía francesa. “Te sientes solo y yo propongo que oremos juntos”, dijo en un video, mientras se persignaba.
Uno de los motivos de la convocatoria del Vaticano era expresar su posición sobre la tendencia del contenido religioso propagado en internet en la era de redes sociales e inteligencia artificial (IA). “No solo son influencers, son misioneros”, les dijo el influyente cardenal filipino Luis Antonio Tagle, uno de los pocos dirigentes del Vaticano activo en redes sociales. Declaró ante los participantes de la cita que “el gran influencer es Dios”.
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Pero Tagle advirtió también que “Jesús no es una voz generada por un programa digital”. El papa León llamó a sus seguidores en internet a buscar un equilibrio, en momentos que la sociedad está “hiperconectada” y “bombardeada de imágenes a veces falsas o distorsionadas”. “No es solo cuestión de generar contenido, sino de crear un encuentro entre corazones”, expresó el pontífice estadounidense de 69 años.
Es un balance difícil para algunos sacerdotes que tienen presencia en redes sociales. El padre Giuseppe Fusari no parece un sacerdote normal, con sus camisas ajustadas que revelan sus brazos tatuados. Con 63.000 seguidores en Instagram, mezcla contenido sobre la arquitectura de las iglesias italianas y prédicas.
Fusari dijo a AFP que no hay razón para que los clérigos católicos no puedan abrazar el mundo de los videos en internet. “Todo el mundo usa redes sociales, así que es importante que también estemos allí”, comentó Fusari, quien llegó a Roma para la cita de influencers desde la ciudad norteña de Brescia. Fusari dice que su meta es alcanzar a tantas personas como sea posible en internet para compartir la “palabra de Dios”.
Pero los sacerdotes y monjas no son los únicos que intentan atraer gente a la iglesia por internet: también hay laicos que propagan la fe. Francesca Parisi, una educadora italiana de 31 años, se unió tarde en la vida a la Iglesia católica. Actualmente tiene unos 20.000 seguidores en TikTok, donde intenta hacer que la fe católica parezca moderna. Su público meta son las personas que se han alejado de la iglesia. Considera posible atraerlos de vuelta con sus teléfonos inteligentes. “Si Dios lo hizo conmigo, le aseguro que lo puede hacer también contigo”, expresó.
Fuente: AFP.