La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebró el jueves pasado los 75 años desde su fundación, con una ceremonia en Bruselas que incluyó un llamado a la unidad transatlántica, una de las principales preocupaciones de la alianza. En la sede de la OTAN, en la capital belga, los ministros de Relaciones Exteriores de los 32 países pronunciaron breves discursos, cortaron un pequeño pastel y celebraron los logros de la poderosa alianza militar, pero sin olvidar las amenazas que la acechan.

En su discurso por el aniversario, el secretario general de la alianza, el noruego Jens Stoltenberg, se refirió a las preocupaciones por un distanciamiento entre Europa y Estados Unidos en materia de Defensa y seguridad. “No creo en Estados Unidos en solitario, de la misma forma en que no creo en una Europa en solitario. Creo en Estados Unidos y Europa juntos en la OTAN, porque juntos somos más fuertes y estamos más seguros”, dijo.

En su visión, Europa “precisa de Estados Unidos para su seguridad”. Pero Estados Unidos, agregó Stoltenberg, “también precisa de Europa”, porque los países europeos aportan “una vasta red de inteligencia y una influencia diplomática única, que amplifica el poderío estadounidense”.

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En Washington, el presidente estadounidense Joe Biden se refirió este jueves en un comunicado al “compromiso sagrado” de los países de la OTAN con la defensa recíproca en caso de ataque a uno de ellos. “Debemos recordar que el compromiso sagrado que asumimos con nuestros aliados -defender cada centímetro del territorio de [los miembros de] la OTAN- también nos hace más seguros”, apuntó.

Un eventual retorno de Donald Trump a la presidencia estadounidense es una de las grandes incertidumbres que planean sobre la poderosa alianza militar. Cuando era presidente, Trump desató una enorme crisis en la alianza militar por cuestionar abiertamente a aquellos países que no estaban al día en sus aportes financieros y gastos en defensa.

En su nueva campaña a la Casa Blanca, Trump volvió a provocar estremecimientos en capitales europeas al afirmar que alentaría a Rusia a hacer “lo que le dé la gana” con los países que no inviertan lo acordado en defensa. En respuesta, la alianza militar se apresuró a iniciar una fuerte campaña para que los países miembros inviertan al menos el 2 % de sus respectivos PIB en defensa. Si en 2014 apenas tres países de la OTAN alcanzaban ese nivel de gasto militar, la alianza espera cerrar este año con por lo menos 20 países en esa situación.

Ucrania en la agenda

Más allá de las preocupaciones con Trump, la reunión en la sede de la OTAN en Bruselas volvió a ser marcada por la guerra en Ucrania. Los países de la alianza ya han enviado a Kiev decenas de miles de millones de dólares en ayuda en equipos militares y armas. Sin embargo, el aporte de la OTAN, especialmente el proveniente de Estados Unidos, ha perdido impulso, lo que ha hecho que las fuerzas ucranianas se hayan colocado a la defensiva en el frente de combate.

Ante ese escenario, Stoltenberg impulsa la creación de un gigantesco fondo de 100.000 millones de euros (unos 108.000 millones de dólares) en los próximos cinco años para garantizar el apoyo a Ucrania. Ese plan, que Stoltenberg justifica por la necesidad de hacer que la ayuda a Ucrania sea “predecible” y de largo plazo, recibió por ahora un apoyo apenas moderado.

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Stoltenberg también presiona para que la OTAN como organización participe más directamente en la coordinación de las entregas de los equipos militares a las fuerzas ucranianas. En la jornada, Stoltenberg también mantuvo reuniones con el jefe de la diplomacia de Ucrania, Dmytro Kuleba, quien habló sobre “las necesidades de corto y largo plazo” en materia de armamentos, en especial de defensa antiaérea y misiles.

Antes de esa reunión, Kuleba apuntó que no pretendía “arruinar la fiesta” de la OTAN por su aniversario, “pero mi principal mensaje es ‘Patriots’”, añadió, en referencia a los misiles tierra-aire estadounidenses.

La guerra de Rusia contra Ucrania marcó un antes y un después para la OTAN, una organización que Stoltenberg definió como “la más poderosa, duradera y exitosa alianza de la historia”. Ese conflicto hizo que la OTAN dejara de lado sus divisiones, cerrara filas del lado de Ucrania, sumara dos países más al bloque (Suecia y Finlandia) y fortaleciera su flanco oriental, más próximo de Rusia.

Fuente: AFP.

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