Dos mujeres murieron en un incendio desatado en la madrugada del domingo en una residencia de ancianos en la capital de España, un siniestro que provocó al menos diez heridos, informaron los servicios de emergencia de Madrid.
Los bomberos lograron apagar el fuego y rescatar al resto de los residentes del hogar para ancianos con ayuda de la policía, informó Emergencias Madrid en la red social X, antes conocida como Twitter. El incendio se declaró cerca las 7:00 (6:00 GMT) en la residencia, con capacidad para 40 personas, indicó Isabel Casado, supervisora de los servicios de emergencia de la capital española.
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Una mujer herida está en estado crítico debido a quemaduras y quemaduras inhalatorias y los demás están siendo atendidos por aspiración de humo, añadió. El bombero José Luis Castillo declaró que el fuego empezó en una habitación del primer piso, por lo que la segunda planta se llenó de humo y que esto obligó a evacuar a los residentes a una “zona segura”.
“Lamentamos profundamente el fallecimiento de dos mujeres en la Residencia Juan XXIII de Aravaca a causa de un incendio”, declaró la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en X. “Nuestro apoyo al entorno de las fallecidas, los heridos y los trabajadores del centro. Estamos a su disposición para todo lo que necesiten. DEP”, añadió.
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Fuente: AFP
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El policía de la foto del Ycuá Bolaños: “Lo recuerdo como si hubiera sido ayer”
Ciudad del Este. Agencia Regional.
A 21 años de la tragedia del Ycua Bolaños, la imagen de un policía con un niño en brazos, a quien rescataba, trataba de auxiliar, sigue impactando como un eco de aquella dolorosa mañana. El uniformado, uno de los protagonistas de esta histórica foto, aún recuerda el hecho como si hubiera ocurrido ayer. Y es que en el incendio de ese supermercado fallecieron cerca de 400 personas.
La Nación/Nación Media habló con el comisario principal Juan Duarte Ferreira, quien es el policía que hizo una técnica de primeros auxilios para una ventilación artificial al niño que llevaba en sus brazos.
Hoy, el uniformado es padre de dos hijos, un hombre de 26 años y una niña de 7. Cumple funciones en la Comisaría 11 de Juan E. O´Leary como jefe policial y, en tal sentido, de nuevo se encuentra cuidando a niños en esta mañana del 1 de agosto, al hacer la cobertura de la Escuela Las Residentas, del citado municipio.
Periódicamente, desde su función en una aparente tranquila ciudad del interior del país, el comisario Duarte Ferreira lidia con víctimas de asaltos, robos, violencia familiar, desapariciones, homicidios, accidentados, en índices mucho menores que las zonas de gran movimiento, pero asegura que, especialmente, cada 1 de agosto, la memoria le hace volver a aquel primer domingo de agosto del 2004.
“Lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer, cada gesto, cada acto, cada situación que nos tocó aquella mañana y en siguientes jornadas; no se debe olvidar para que no vuelva a ocurrir”, expresó el comisario Duarte. Remarcó que fue “lamentable ver tantas muertes en época de paz”.
Asimismo, dijo que la imagen divulgada de su intervención en el hecho le valió que hasta un tiempo después, existieran personas que lo reconocían en el transporte público, y, por ejemplo, le agradecían por haber salvado a un familiar. Dijo que fue un policía en servicio, así como otros cientos de uniformados, bomberos voluntarios y un sin fin de personas que ayudaron.
Ayudar niños, parte de su oficio
El oficial recorrió varias unidades policiales a lo largo de estos 21 años hasta quedar en Alto Paraná. Después del siniestro, cumplió funciones en Accidentología Vial del Departamento de Criminología, donde le tocó intervenir en muchos accidentes.
“Estuve de nuevo en muchas situaciones terribles, especialmente cuando encontré a niños como víctimas de esas tragedias en rutas, pero sabemos que eso corresponde a nuestra función”, sostuvo el comisario Duarte.
El oficial de policía no fue solo el agente que ayudó en el incendio, sino familiar de una víctima y, en tal sentido, refiere que conoce muy bien la lucha encausada en busca de Justicia y reparación. Un sobrino de 20 años, Nelson Damián Duarte, trabajaba en el supermercado y fue una de las víctimas.
“Una larga lucha, juicios interminables, muchas familias sin asistencia, es lo que nos dejó también ese día tan triste; mucha fuerza a los que no fueron atendidos como corresponde”, dijo el policía.
¿A quién rescató?
Inicialmente, se creyó que el niño salvado por el policía y retratado en la emblemática foto del reportero Sebastián Cáceres, para el Diario Noticias (extinto), se trató de Enzo Bobadilla.
Sin embargo, cabe recordar que hasta hace unos años, Verónica Bécker, madre de una niña, aclaraba que fue su hija, Annete Nicole Gaus Bécker, de cuatro meses, la que está en la emblemática imagen y lamentó que se haya cometido ese error, tratándose de la identidad de una hija que perdió.
El policía Juan Duarte informó que mantuvo contactos con la familia del citado niño hasta que llegó a la edad de 7 u 8 años, aproximadamente. Luego, él se trasladó a otras zonas del país a cumplir funciones y dejó de tener vinculación con dicha familia, aunque había estado acompañando el crecimiento del niño.
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A 21 años del Ycuá Bolaños, víctimas exigen al Poder Judicial justicia sin privilegios
Este viernes 1 de agosto, como cada año desde el 2005, las víctimas y familiares de las víctimas del incendio del supermercado Ykua Bolaños se reunieron en el lugar de la tragedia, en donde actualmente se encuentra un centro cultural y museo en memoria de los fallecidos y afectados. A 21 años del incendio del Ykua Bolaños, la tragedia sigue intacta en la memoria.
Con la lucha firme de no olvidar jamás el siniestro, considerada la tragedia más grande del país en tiempos de paz, la Coordinadora de Víctimas, Familiares y Personas Amigas de Afectados por el Incendio del Ycuá Bolaños organizó una jornada, donde además de recordar a sus seres queridos, honraron a los sobrevivientes y bomberos que ayudaron aquel día.
Como parte del acto conmemorativo, los representantes de la Coordinadora de Víctimas leyeron su manifiesto anual. La jornada incluyó también testimonios, canciones, bailes, el despliegue de la bandera paraguaya y el tradicional toque de las sirenas que recuerdan el horario en que empezó la tragedia.
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“Hoy, a 21 años de aquel fatídico domingo 1 de agosto, levantamos nuestras voces y exigimos que el Poder Judicial cumpla con su rol de garantizar el cumplimiento de la Ley por igual para todas las personas, sin privilegios ni protección a poderosos”, rezaba parte del documento.
A través del mismo solicitaron que, desde el Ministerio de Educación, se incorpore en el Plan Nacional de Educación el eje de memoria, donde se pueda dejar sentada con información de calidad la tragedia del Ykua Bolaños, con el fin de sensibilizar y prevenir, evitando así el olvido de este triste hecho.
“Que los gobiernos municipales cumplan con la Ley de Prevención contra incendios y la Municipalidad de Asunción dé cumplimiento a la Ordenanza 468/2014, Reglamento General de Prevención contra incendios para la seguridad humana. “No al olvido, sí a la justicia, Ykua Bolaños nunca más”, finaliza el manifiesto anual.
Los presentes abogaron por la Justicia en el cumplimiento de los derechos humanos básicos, recordando la importancia de enarbolar y celebrar la vida en nombre de aquellos que ya no están y por los que continúa la lucha.
El Centro Cultural y Memorial 1A: Ycuá Bolaños se mantiene abierto al público y propone un recorrido guiado que busca estimular la participación y el debate, constituyéndose como un ejercicio colectivo de memoria, tanto para grupos como para individuos que deseen visitarlo. En el mismo, además de recorrer espacios claves del día de la tragedia, se encuentran exhibidas prendas, calzados, objetos personales y restos de objetos que eran parte del lugar.
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Ycuá Bolaños: una tragedia que se vive, se recuerda y se lucha por sanar
Cada 1 de agosto el pueblo paraguayo recuerda uno de los días más terribles y luctuosos de su historia: el incendio del supermercado Ycuá Bolaños. Aquel domingo soleado del 2004 se vio teñido por el fuego, las cenizas y las lágrimas de casi 400 paraguayos fallecidos. Han pasado 21 años, pero la herida sigue sangrando, sigue doliendo.
El sol quedó cubierto por el negro humo que cubrió la ciudad, que se volvió gris y doliente por el terrible suceso que marcó para siempre al barrio Trinidad, donde en cada cuadra había al menos una víctima.
Las llamas habrían iniciado cerca del mediodía en la cocina del patio de comidas del super, el cual, debido al día y el horario, estaba lleno de familias que estaban compartiendo en el lugar o iban a retirar el almuerzo para compartirlo en sus casas.
Los múltiples testimonios refieren que segundos después de escucharse una explosión, el sitio estaba rodeado de llamas, las cuales se extendieron de manera voraz, generando pánico, miedo y un descontrol entre todos los que estaban en el lugar y que, al intentar huir del sitio, se encontraron con los portones y las salidas de emergencias cerradas, quedando atrapados en el infierno que, tras 21 años, permanece en la memoria de todo un pueblo.
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La historia de cientos de sobrevivientes ha sido contada año tras año, con la esperanza de que aquella tragedia nunca sea olvidada. Rocío Melgarejo es una madre que casi pierde a su hija aquel domingo. Ese día la siguió por años, ya que su hija no solo sobrevivió milagrosamente, sino que debió luchar por recuperarse y sanar.
“Mi hija Luna tenía 4 añitos apenas, pero ella cada domingo iba a la iglesia con mi hermano Nelson y su novia María Luisa. Ese domingo no fue la excepción, pero al salir del encuentro fueron hasta el super para almorzar; ellos estaban en el estacionamiento cuando el fuego los atrapó”, relató Rocío a La Nación/Nación Media.
Continúo recordando que, en medio de la densa humareda y las llamas que tomaban el lugar, casi por un milagro un pastor amigo de la familia apareció para ayudar a su hermano a rescatar a la pequeña Luna y su cuñada María Luisa, quienes lograron salir de las llamas al igual que su hermano Nelson, pero con graves secuelas.
“Ese día yo no entendía lo que pasaba, porque a mi hermano lo derivaron a un hospital, a mi cuñada a otro y a Luna al IPS; ahí me dijeron que estaban y fui a buscarla, desesperada. Cuando llegó una de las doctoras, me mostró unos aritos, muy peculiares, cuadraditos; eran los de Luna”, comentó Rocío.
Destacó que en los minutos posteriores a la tragedia, y en medio de la búsqueda y el hallazgo de su hija, no podía dimensionar todo lo que había pasado, pero al llegar a ver a su hija, quedó completamente paralizada, ya que si bien no podía creer el estado en el que se encontraba, sabía que era su retoña.
“Yo entré a la habitación y vi a Luna, estaba en una camilla, y tenía toda la cara colorada, hinchada, con respiradores y soporte médico; no podía creer que era mi hija. Miré sus piecitos, me detuve a mirar sus pies y sabía que era ella, me convencí de que era ella. Ella sufrió un paro respiratorio, estaba muerta al momento en que la rescataron; después volvió a la vida, pero no se sabía cuánto tiempo estuvo sin respirar”, indicó Rocío.
Entre las explicaciones médicas sobre el estado de Luna, surgían posibilidades terribles, como el hecho de que su capacidad del habla y desarrollo se hayan visto comprometidas debido a la falta de oxígeno sufrida, eso sin contar las quemaduras que habían sufrido.
“Luna sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en un 20 % de su cuerpo, pero si bien esa cifra suena poco, ella era muy pequeña y esto hacía que la situación fuera muy grave según los médicos, y que la agravante era la zona de las quemaduras, ya que le afectaba la cara, parte de la cabeza, el cuello y las manos; además, pasamos por infecciones y otras dificultades”, explicó la madre de Luna.
Una vez fuera de terapia intensiva y con la capacidad de ser trasladada, la pequeña Luna inició su camino en una nueva vida, una vida donde debía aprender a lidiar con el dolor de las heridas, los tratamientos por quemaduras y los cuidados para la cicatrización.
La búsqueda de la recuperación total de Luna la llevó hasta Chile, hasta la Caoniquem, que es una corporación que se dedica a la rehabilitación de niños, niñas y adolescentes con quemaduras y otras cicatrices, donde por meses recibió atención médica especializada; debió quedar internada e inclusive permanecer en un albergue junto a su madre.
Rocío recuerda con resiliencia y fortaleza los procesos médicos a los que debió acompañar a Luna, incluyendo las cirugías de injerto y los procesos de confección de sus ropas compresivas que debía utilizar la pequeña para garantizar una rápida y buena recuperación.
“Ella usaba su máscara y ropas de compresión todo el tiempo, siempre; no se las sacaba porque se quería curar. Los primeros años de la escuela las usaba ahí y, si bien nunca me contó que haya pasado mal, sé como mamá y mujer que en algún momento se sentía incómoda por la forma en que nos miraban o hablaban, pero todo lo fuimos superando”, destacó Rocío.
Con una larga lucha, y algunas marcas tanto en la piel como en la memoria, hoy Luna tiene 25 años, trabaja, estudia y se destaca como una persona sumamente afín al arte, ya que baila, canta y pinta, logrando expresarse completamente a través de estas plataformas que la apasionan.
Hoy Rocío relata como un milagro que su hija y su hermano hayan sobrevivido, y recuerda con amor y cariño a su cuñada María Luisa, quien debido a la inhalación de humo y el paro que sufrió no logró sobrevivir. Hoy, a pesar de 21 años de perspectiva, Rocío nunca olvida aquel domingo que marcó la vida de su familia.
Esta madre es el fiel ejemplo de miles de familiares que perdieron a alguien aquel trágico 1 de agosto, pero que también lograron abrazar a un ser querido que fue arrebatado de las llamas aquella mañana, una madre que comprende que el milagro puede nacer en medio de una tragedia y que no existe nada que el tiempo, el amor y la dedicación no curen.
El 1 de agosto del 2004, el incendio del supermercado Ykua Bolaños se cobró la vida de 364 personas y resultaron con heridas graves más de 200, hombres y mujeres. Las familias de todos ellos nunca olvidarán la pérdida, el miedo y la injusticia vivida aquel día, en especial porque si las puertas no hubieran sido cerradas, quizá aún podrían abrazar a quienes aman.
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Víctimas de trata sufren consecuencias psicosociales, expone Ministerio Público
La trata de personas es un fenómeno complejo que afecta a millones de personas en todo el mundo, ya que las víctimas, que pueden ser tanto hombres como mujeres y niños, sufren una serie de consecuencias psicosociales que impactan profundamente en su bienestar.
La trata de personas está vinculada con el crimen organizado y generalmente se da en la frontera. El sicólogo José Caballero expone algunas rutas consideradas como críticas.
Las rutas de trata en contexto transfronterizos: es un nudo crítico porque entra en escena los autores de delitos de trata para explotación sexual de jóvenes, que al mezclarse en el tránsito fronterizo legal, se mimetizan para incluir el tráfico de estupefacientes. Los resultados de los estudios de Luna Nueva Base- IS, muestra que adolescentes y jóvenes mujeres son forzadas a oficinas de campanas o “mulas”, dejando en evidencia la trata internacional de las que son víctimas.
Lugares sensibles: Ciudad del Este (Departamento del Alto Paraná), ubicada en la triple frontera con Brasil ( Foz de Iguazú.- Estado de Paraná) y la Argentina (Puerto Iguazú- Provincia de Misiones ), Pedro Juan Caballero (Departamento de Amambay) en el límite con Brasil; (Mato Groso Do Sul) y Puerto José Falcón (Departamento de Presidente Hayes) localidad ribereña entre los ríos Paraguay y Pilcomayo en el límite con Argentina (Clorinda- Provincia de Formosa).
Uno de los estudios exploratorios analizados por el sicólogo Caballero, describe que Pilar y otras zonas portuarias del departamento Central, San Pedro, Concepción, Ñeembucú, son los sitios de explotación de víctimas, por ejemplo las costas cercanas a estos lugares, incluso las alejadas, donde disminuye toda posibilidad de control y exposición.
Perfil de la trata de personas: el Departamento de Estadísticas del Ministerio Público elaboró el perfil del hecho punible de la trata de personas, luego de analizar un total de 392 denuncias ingresadas a nivel país desde los años 2019 al 2024.
Esta investigación revela que las mujeres representan el 71 % de las víctimas de éste hecho punible, frente al 29 % del sexo masculino.
Edad: lo más preocupante es que los menores hasta los 13 años representan el 13 % de las víctimas.
Las víctimas de entre 14 a 17 años encabezan la cifra de víctimas en un 34 %. Las de 18 a 29 años representan el 27 % mientras que las de 30 a 55 años corresponden al 23 %.
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Consecuencias psicosociales
1. Efectos emocionales y psicológicos, se registra depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT). Estos trastornos pueden surgir debido a la violencia, el abuso y la explotación, que sufren durante su cautiverio.
En este caso, la recuperación emocional es el objetivo principal.
2. Estigmatización y aislamiento social: las víctimas pueden ser vistas como culpables de su situación, lo que puede resultar en un rechazo social. Este aislamiento puede intensificar los problemas de salud mental. Se dificulta la reintegración en la sociedad.
3. Impacto en la identidad y la autoimagen: las experiencias de trata a menudo alteran la percepción que las víctimas tienen de sí mismas. Pueden desarrollar una identidad marcada por el trauma, lo que afecta su autoimagen y su capacidad para establecer relaciones sociales y familiares saludables.
Pueden ser implementadas algunas intervenciones que ayuden a las víctimas a reconstruir su identidad, fomentando un sentido de pertenencia y empoderamiento, que es vital para su recuperación
4. Consecuencias en las relaciones interpersonales: las víctimas enfrentan dificultades en sus relaciones interpersonales, ya que la confianza se ve profundamente afectada; la terapia de grupo o la terapia familiar puede ser útil para restaurar la confianza y mejorar las habilidades psicosociales de las víctimas.
5. Repercusiones económicas y laborales: la trata de personas a menudo deja a las víctimas sin recursos económicos, lo que puede llevar a la pobreza y la dependencia. Esto a su vez puede generar un ciclo de violencia y explotación. Las personas que fueron víctimas de este hecho punible deben desarrollar habilidades para sostenibilidad de la vida y la empleabilidad.
Otros síntomas
La sicóloga del Ministerio Público, licenciada Soledad Barge, explicó al Observatorio del Ministerio Público que algunos de los síntomas más frecuentes que sufren las víctimas son las siguientes: baja autoestima, vergüenza, tristeza, ideas de persecución, desesperanza, cansancio emocional, frustración, apatía, indefensión
La profesional señala que es esencial que la víctima reciba apoyo psicológico, realizar la denuncia ante los organismos pertinentes, y el apoyo del círculo familiar es muy importante.