El nuevo presidente de Ecuador, Daniel Noboa, dijo este miércoles que tiene en la mira tres barcos que cumplen las condiciones para servir como prisiones en el mar, una de sus propuestas de campaña para reducir la violencia carcelaria.
“Tenemos identificadas tres opciones, una está en Australia, otra está en Reino Unido y otra en Estados Unidos”, expresó Noboa en la primera entrevista que ofrece tras asumir el cargo el 23 de noviembre y que fue difundida por la Presidencia.
La llegada de las “barcazas carcelarias” a Ecuador podría tomar hasta ocho meses, agregó sin precisar ningún plan concreto sobre este tema. El mandatario explicó que se trata de una “medida provisional” con miras a apartar a los reclusos más peligrosos de sus redes criminales y reducir la violencia en el sistema penitenciario donde han muerto unos 460 presos desde febrero de 2021 en medio de cruentas masacres.
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Servirían para “segmentar y para sacar a los presos que son amenazas reales para la seguridad ciudadana y el país, y tenerlos aislados hasta que se termine la construcción de cárceles de máxima seguridad y super máxima seguridad”, añadió Noboa.
El presidente no dio detalles sobre la eventual edificación de nuevas prisiones.
Al ser consultado sobre si se harán megacárceles al estilo de El Salvador, Noboa comentó que por el momento cuenta con la “cooperación israelí en el diseño de las cárceles de max, supermax y la segmentación para delitos menores y contravenciones”.
“Es un sistema que no lo inventó (el presidente salvadoreño Nayib) Bukele, es un sistema que venía de México, lo lograron en Tailandia y Singapur” antes, añadió.
El mandatario precisó sin embargo que se trata de “los mismos diseñadores, la misma compañía” que asesoró a El Salvador.
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Noboa tiene el reto de combatir la creciente ola de violencia relacionada con el aumento del narcotráfico y el azote de bandas criminales dedicadas también al secuestro, extorsión y asesinato.
Sobre estos grupos delincuenciales apuntó que recibió “una solicitud de acuerdo de paz” de uno de ellos sin dar más detalles.
Expertos estiman que la nación, convertida en centro logístico del narco, cerrará el 2024 con 40 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Entre 2018 y 2022, los homicidios se cuadruplicaron, hasta alcanzar el récord de 26 por cada 100.000 habitantes.
Fuente: AFP.
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Ecuador: ocho muertos en ataques armados en Guayaquil
- Guayaquil, Ecuador. AFP.
Ocho personas murieron ayer martes en Ecuador en dos ataques armados registrados en Guayaquil, una de las ciudades más violentas del país donde bandas criminales se disputan rutas para el tráfico de droga, informó la policía. Los crímenes ocurren en medio de un estado de excepción que rige en siete de las 24 provincias del país, entre ellas Guayas, cuya capital es Guayaquil (suroeste). La medida fue ampliada ayer martes por otros 30 días debido a la creciente violencia.
Entre enero y abril, Ecuador registró 3.084 homicidios, según cifras oficiales. Expertos consideran que este es el inicio de año más violento que ha vivido el país con un asesinato por hora. Los ocho fallecidos tienen “heridas ocasionadas por arma de fuego”, señaló la Policía en un comunicado. La institución policial precisó a la AFP que los eventos ocurrieron en dos barrios del norte de Guayaquil. En el sector de Bastión Popular murieron cinco personas y en Mucho Lote, tres.
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Las provincias de Guayas, Los Ríos, Manabí, Orellana, Santa Elena, El Oro, Sucumbíos y la ciudad de Quito, capital de Pichincha fueron declaradas bajo estado de excepción el 12 de abril, la víspera del balotaje en el que fue reelegido el presidente Daniel Noboa.
El mandatario extendió esa medida argumentando que “es necesario continuar con una respuesta urgente, eficiente y extraordinaria” para contener la violencia impuesta por las bandas criminales relacionadas con el narcotráfico y también dedicadas al secuestro y la extorsión. Los grupos criminales “buscan superar las tácticas operativas de los órganos de seguridad, es decir, se encuentran evolucionando su modus operandi constantemente”, señala el decreto firmado por el mandatario ayer martes.
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Brasil mostró poco en el debut de Ancelotti
Por la jornada 15 de las eliminatorias sudamericanas camino al Mundial 2026, Ecuador recibió en Guayaquil a Brasil, que mostró poco en el estreno del afamado DT italiano Carlo Ancelotti en su objetivo de levantar la identidad de una selección, plagada de estrellas, pero que no convence. El empate sin goles lo dice todo.
Dirigida por el argentino Sebastián Beccacece, la selección ecuatoriana llegó impulsada por un invicto de siete fechas.
La competición otorga seis boletos directos a la Conmebol para el Mundial de Norteamérica del próximo año y al séptimo ubicado en la tabla de posiciones la posibilidad de una repesca intercontinental.
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Ecuador: detienen a familiares del prófugo líder de Los Choneros
- Quito, Ecuador. AFP.
La policía de Ecuador detuvo este lunes pasado a seis familiares del prófugo líder de la poderosa banda narco Los Choneros, Adolfo Macías, en un operativo ejecutado en tres provincias, informó el ministro del Interior, John Reimberg. Macías, alias Fito, escapó de una cárcel de Guayaquil (suroeste) en enero de 2024. Su fuga desató una ola de violencia, que incluyó explosiones, toma de rehenes en cárceles y el asalto a un canal de televisión cuando transmitía en vivo su noticiero.
Fito es el máximo jefe de Los Choneros, una organización dedicada al narcotráfico que libra una sangrienta disputa contra otras bandas criminales por el control de los mercados de la droga. El operativo “Centinela VI” se realizó en las provincias de Guayas (capital Guayaquil), Manabí y Pichincha (Quito) y dejó “6 familiares directos (de Fito) detenidos” en 33 allanamientos, así como unos cincuenta bienes incautados por valor de 12 millones de dólares, señaló Reimberg en su cuenta de X.
La Fiscalía detalló también en X que entre los detenidos está un hermano de Fito, identificado como “Yandry Nicomedes M. V.”, señalado de un supuesto lavado de activos. En la lista además figuran un cuñado y los padres y hermano de una pareja sentimental de Macías que se encuentra en una cárcel de mujeres de Guayaquil.
En los allanamientos, la policía encontró “dispositivos electrónicos, armas de fuego, municiones, escrituras de compraventa de bienes inmuebles y otros documentos” presuntamente relacionados con el lavado de activos, señaló la entidad acusadora.
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Entre enero y abril de 2025, Ecuador reportó 3.084 homicidios, es decir cerca de asesinato por hora, lo que convierte este inicio de año en el más violento desde que se tiene registro. Tras la fuga de Fito, el gobierno declaró un conflicto armado interno y declaró “terroristas” a una veintena de bandas con nexos con carteles internacionales, entre ellas Los Choneros.
El Ejecutivo presentó en mayo al Congreso un proyecto de ley contra las economías criminales que debe tratarse con carácter de urgente. El proyecto plantea medidas tributarias para apoyar la guerra contra el narco, autorizar el uso directo de la fuerza a policías y militares que combaten la delincuencia y conceder un indulto anticipado a los agentes estatales.
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Sobre la no muerte de dos barcos gloriosos
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Quienes saben de mitología –no es mi caso– sostienen que los barcos “no mueren”. Aunque inmediatamente precisan que no morir, para las embarcaciones, aplica porque devienen en leyenda o, acaso, son parte de la historia misma.
Alguna noche tormentosa pude ver cómo un viejo barco pesquero soltó amarras desde el puerto de Mar del Plata –unos 1.662 kilómetros al sur de mi querida Asunción– para navegar en medio de la borrasca hasta encallar para siempre a unos cientos de metros del cruce de dos de las más importantes avenidas de la ciudad –Constitución y Félix Ubaldo Camet–, donde quedó para siempre.
Era el 20 de junio de 1991. Inolvidable. El “buque fantasma”, como inmediatamente la imaginación popular comenzó a llamarlo, posibilitó la circulación de innumerables historias que, con increíble frecuencia, vuelven a ser parte de las conversaciones cotidianas.
Especialmente, en los inviernos cuando ese tipo de historias resultan tan atractivas en aquellas zonas de climas inclementes que estimulan los encuentros con amigos y amigas para poner límite concreto a los malos tiempos con el calor de la amistad y algunos buenos vinos.
Algunos y algunas –exóticamente, por cierto– llaman desde aquella noche a la embarcación aludida como “el holandés errante”, que –según una muy antigua leyenda marina– da cuenta de un barco que –sin sus tripulantes– (nunca me explicaron por qué) fue condenado a navegar eternamente sin poder descansar en puerto alguno.
“EL BARCO FANTASMA”
Otros, con simpleza, lo mencionan solo y simplemente como “el barco fantasma” y aseguran que el Marcelina de Ciriza –así se llama aquel pesquero español malogrado por razones que aún hoy no son tan claras– piloteado por ánimas exhaustas zarparon cuando el vendaval arreciaba.
Navegaron unos 15 kilómetros con algunas de sus luces de navegación e internas encendidas y, luego cuando no pudieron superar el desafío de olas de más de tres metros de altura, lo dejaron ir hasta que, escorado a babor, quedó allí para siempre. “Las almas del Marcelina decidieron el lugar en el que querían descansar eternamente”.
Solo Duke, un perro callejero que descansaba en su interior cuando se inició aquel último viaje, consiguió escapar a nado hasta llegar exhausto a la playa cercana. Durante algunos años los mástiles del Marcelina de Ciriza fueron atracción para lugareños y visitantes. Ya no. Sus restos están allí –algunos de los que aquí residimos lo sabemos–, pero nada de ellos emerge ni es visible.
Sin embargo, el Marcelina de Ciriza no cayó en el olvido. En una veintena de días, se trepará nuevamente a los contenidos tanto de los medios tradicionales como de los que forman parte de los ecosistemas digitales. Misterios marinos.
¿MUEREN LOS BARCOS?
¿Cómo mueren los barcos? ¿Mueren? Quienes saben de mitología –no es mi caso– sostienen que “no mueren”. Aunque inmediatamente precisan que no morir, para las embarcaciones, aplica porque devienen en leyenda o, acaso, son parte de la historia misma.
Carlos Papageorgiou –seguramente fallecido y que descanse en paz– que en el Bajo Belgrano, mi pueblo natal en Buenos Aires, comercializaba pieles y evitaba magistralmente las aduanas, decía ser marino mercante y amigo “desde la niñez” de Aristóteles Onassis.
El nombre del archimillonario propietario de la isla de Skorpios se mencionaba con frecuencia en el barrio. Sus parientes más cercanos residían justo en un chalé ubicado en la esquina de las calles Daniel de Solier y Pablo Ricchieri, a menos de tres cuadras del estadio Más Monumental de River Plate.
El caso es que el escurridizo comerciante y contador de historias muy antiguas ya mencionado relataba incansablemente que el mítico barco Caronte era el transporte de las almas de quienes morían hasta la presencia de Hades, el dios del inframundo.
Con presuntuoso tono académico (¡hasta impostaba su voz!), don Papageorgiou, a quienes con frecuencia nos sentábamos a su mesa en el desaparecido café Timi (ahora Lidoro), nos explicaba que “los nórdicos, los vikingos, también tenían un barco –el Naglfar, que llevaba a quienes morían en el Ragnarök”.
Al parecer, siempre según aquel relato atrapante para adolescentes que queríamos dejar de serlo, eso significaba conducirlos hasta su lugar, hasta los dioses, hasta alcanzar sus destinos. Por esa razón –bastante poco razonable, como casi toda cuestión en la que se involucran algunas incomprobables creencias populares– es que el viejo Carlos enfáticamente aseguraba que “los barcos nunca mueren porque son parte de la travesía hasta la batalla final”.
Apresurado, siempre, dejaba la mesa sin pagar sus varios cafés ni despejar nuestras dudas que “quedarán aclaradas totalmente otro día cuando les contaré más en detalle”.
¿Cómo mueren los barcos? ¿Mueren? ¿Dónde mueren? Tal vez porque ese interrogante no me abandona es que, asiduamente, miro hacia el mar en busca de esa respuesta que –sin dejar de lado mi curiosidad incansable– se repite una y otra vez tanto despierto como en situación de vigilia.
PRETENSIÓN
“No fue aquel un día como el de hoy. No. Ni parecido. No. Son bien diferentes. El de hoy –presiento, aunque me duela y lastime– es de recuerdos... de repasos... de búsquedas... Como desde hace algún tiempo, en procura de respuestas y de imaginar estrategias para comprender, en poco tiempo, lo que no puedo discernir en 81 años ¡Vaya pretensión de sobreviviente...!”.
Ese fue el decir susurrante que escuché. Me sorprendió. Creí que estaba solo. Miré fijamente a ese viejo –posible amante del mar o navegante entristecido– con el deseo de descubrir sus misterios y secretos.
Parecía no verme. Sentado en el punto más extremo de la “escollera sur”, a los pies de un san Salvador (patrono de los pescadores) gigantesco, en Mar del Plata –uno de mis lugares en el mundo– con sus ojos vidriosos clavados en un horizonte siempre lejano, murmuraba y, de a ratos, buscaba entre las páginas de lo que imagino como una especie de bitácora de su vida.
Leía, la guardaba celosamente en el bolsillo interno de su parca arenosa y volvía a murmurar. Me alejé unos pocos pasos. Procuré ser respetuoso de su soledad que imaginé solo habitada por fantasmas. Volví a verlo. Porteño y tanguero, al fin, creí descubrir allí sentado, de cara al mar, al “ciego inconsolable del verso de Carriego que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral” que magistralmente pintara y describiera en 1949 Homero (Manzi) en “El último organito”.
Los relojes marcaban las 7:48 del 19 de mayo de 2025. El sol asomaba imponente sobre el horizonte. El cielo regalaba algunas pinceladas tímidamente rosas. Algunas nubes pequeñas anuncian, sin embargo, que su reinado en el firmamento le será disputado rápidamente. Nada es para siempre. Gaviotas cocineras, australes y de Orlog nos sobrevuelan en busca de alimento. Algunas vuelan detrás de los barcos.
IMPRECISIÓN
Sé que no mucho tiempo atrás estas aguas tan frías como tranquilas en esta mañana fueron surcadas por algunos buques de guerra que, tal vez, hayan navegado hacia el sur. Ningún dato es preciso. “Todos mienten”, sentenció con precisión el espinoso Doctor House desde la tele. Sé qué es cierto en la era de la mentira.
Pese a ello, un par de días más tarde de aquel hoy, varios pescadores de cercanía –por llamarlos y describirlos de alguna manera comprensible para todos y todas a quienes se ocupan de la pesca costera algunas veces con barcas amarillas– me dicen que muy temprano ese lunes 19 vieron zarpar a varios buques de la Flota de Mar.
“Desde mi lancha los miramos pasar en silencio”, dijo un pescador claramente conmovido. “Dejaron la base (naval Mar del Plata) los avisos ARA Bahía Agradable y ARA Puerto Argentino y, junto con ellos, también zarparon la patrullera ARA Contralmirante Cordero y la corbeta ARA Espora. No iban hacia el mar con alegría”.
Por unos minutos enmudeció. “Remolcados iban el aviso ARA Alférez Sobral y la corbeta Drummond. Heridas gravemente por los años y agotadas por cientos de misiones”, agregó.
INEQUIDAD
El veterano pescador y sus tripulantes exudaban tristeza mientras hablaban –algunos en voz muy baja– y manipulaban las redes con las que luego irán por la corvina, la pescadilla y el gatuzo para ganarse la vida con la ‘pesca del día’”.
La inequidad también está en el mar. Volví a mirar al misterioso viejo. Por largos minutos no me atreví a hablarle. No recuerdo siquiera si lo intenté sin éxito o, finalmente, lo hice. Solo lo interrogaba observándolo. A nuestro alrededor solo viento rugiente, frío y olas que tienen el color oscuro del Atlántico Sur y golpean con fuerza contra las rocas.
“Tenemos la misma edad con el Sobral, 81. Los dos nacimos en 1944. Yo, en algún lado donde mi madre en situación de pobreza y sin mi padre a su lado encontró para parir cerca del mar y él, el 29 de setiembre en Orange, Texas. Siempre que pude lo visité y cada vez que zarpó, desde este mismo lugar, lo despedí.
Como hoy, aunque con el dolor de saber que no volverá, pero con algo de tranquilidad porque supe lo que sufría cuando lo dejaban amarrado, en algún puerto con el agua salada mojándole el casco y la quilla mientras que sus mástiles se secaban y corroían hasta ser carcomidos y mostrarse herrumbrosos”.
Silencio. Una pequeña voluta de humo blanco que la ventisca impiadosa fagocitó inmediatamente, junto con la incomparable percepción olfativa de ese aroma tan clásico como inconfundible, seductor y placentero que emerge de una mezcla aromática de tabacos madurados –seguramente Golden Cavendish– quemándose en la cazoleta de una pequeña pipa Author, me permitió imaginar que ese “viejo marino” –así lo llamaré– bien sabía de qué hablaba.
Me senté a su lado para escucharlo y percibirlo con más claridad. Curtidos pómulos rosáceos, descuidada barba entrecana. Ojos muy oscuros clavados en algún lugar y, hasta quizás, en sus recuerdos, imaginé por su impronta y sus pocas pero profundas palabras que expresara y que pude escuchar. Vivir también puede ser un ejercicio permanente de memoria.
RECUERDOS
Cubría su cabeza con una vieja gorra de capitán prisionero en el campo de concentración de algunos recuerdos recordables que, incluso, podrían remitir a tiempos fugazmente gloriosos. Nada es para siempre. Tampoco la gloria.
Durante un largo rato permanecí mirándolo. Solo mirándolo. Creo que ni siquiera registraba mi presencia. No me atreví a interrumpir la que doy por cierto era su retrospección. Me pareció sacrílego hacerlo.
“La memoria no es solo nostalgia”, sostiene el papa León XIV, quien enfáticamente asegura que también “es la raíz del propósito y el mapa del significado” que cada quien, y cada cual, procura y, tal vez, consigue para darle o encontrarle sentido a la vida… o a la muerte. Memoria y recuerdo. Dos situaciones bien diferentes que marcan con precisión la enorme distancia que existe y separa anatómicamente al cerebro del corazón.
Si el cuerpo fuera del impreciso tamaño del universo, me animo a pensar y decir que cuarenta centímetros pueden ser miles de kilómetros de años luz en otros escenarios, en otras situaciones. Inhalé profundo. Un vaho salitroso rayano en la hiperoxia saturó mis pulmones.
Unos seis mil seiscientos sesenta y pocos kilómetros hacia el este está Sudáfrica. El anchísimo Atlántico Sur se interpone entre los dos continentes. Y allí también se guardan –voluntaria o involuntariamente– millones de secretos.
Lo tengo claro. Se dice –desde hace algunos días, aunque a fuerza de ser precisos no queda claro– que los buques de guerra que partieron desde la Base Naval Mar del Plata arrastraron al ARA Drummond y al ARA Sobral hasta un lugar no precisado distante entre 90 y 100 millas náuticas de la ciudad de Necochea, unos 135 kilómetros al sur de aquí.
Según la explicación de varios marinos de guerra –casi todos veteranos de Malvinas cuyas identidades preservaré– una vez allí, “en esa posición, por la tarde del 21 de mayo, en el transcurso de un ejercicio de artillería, los dos buques fueron hundidos. Quedarán en el mar Argentino para siempre”.
Muy probablemente, los mismos sensores hidroacústicos que triangularon con total precisión dónde terminó sus días el submarino ARA San Juan el 15 de noviembre de 2017 también “escucharon” el fin de las dos embarcaciones respetuosamente cañoneadas. El alférez José María Sobral –héroe naval, en cuya memoria uno de esos buques que combatió en Malvinas fue bautizado y permanecerá para siempre en el fondo del mar– también murió cuando cumplió 81 años, el 14 de abril de 1961.