La cuestión de los soldados rehenes en Gaza se perfila como una de las más espinosas en las negociaciones entre Hamás e Israel, donde prácticamente en cada familia hay un militar en activo o un reservista.

En su ataque contra Israel el 7 de octubre, el movimiento islamista Hamás capturó a cerca de 240 personas y las llevó a la Franja de Gaza, según las autoridades israelíes. Las familias de los rehenes, respaldadas por una gran parte de la opinión pública israelí, exigen que cada uno de ellos sea liberado. Los soldados, sin embargo, constituyen un caso aparte.

“Cada familia tiene un hermano, una hermana, un primo” que ejerce como soldado, subraya David Khalfa, codirector del Observatorio de África del Norte y de Medio Oriente para la Fundación francesa Jean Jaurès. Khalfa describe una “relación casi inquebrantable entre la sociedad civil, el Estado y el ejército, con lazos morales, emocionales y afectivos muy estrechos”.

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Entre los 240 rehenes hay al menos 11 soldados, entre ellos cuatro mujeres y cerca de 40 hombres en edad de ser reservistas, según un recuento de AFP. No existen datos oficiales precisos sobre el número de soldados rehenes.

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Moneda de cambio

El ataque del movimiento islamista en el sur de Israel dejó 1.200 muertos, en su mayoría civiles, según las autoridades. La cuestión de los rehenes militares encuentra dolorosos ecos en la historia de Israel. En 2014, el país liberó cerca de 450 prisioneros palestinos a cambio de un empresario israelí y el cuerpo de tres soldados.

Y en 2011, tras un cuativerio de cinco años en Gaza, el soldado Gilad Shalit fue liberado a cambio de 1.027 prisioneros palestinos. Entre los presos liberados estaba Yahya Sinuar, el jefe de Hamás en Gaza, considerado como uno de los artífices del ataque del 7 de octubre.

El caso de Shalit marcó los espíritus porque fue la primera vez en casi tres décadas que un militar israelí había sido liberado. Pero al mismo tiempo, desencadenó un debate --que sigue vive hoy-- sobre las concesiones aceptables para liberar a los soldados.

El ataque del 7 de octubre cambió la situación y evidenció el fracaso del Estado, el ejército y los servicios de inteligencia en mantener la seguridad de la población. Tanto Hamás como la Yihad Islámica, el otro gran movimiento islamista de la Franja que retiene a rehenes, son conscientes de que los soldados son una gran moneda de cambio.

Para ellos, cualquier hombre adulto es un reservista y por ende, un soldado. Ambos grupos quieren canjearlos contra la totalidad de los prisioneros palestinos (cerca de 7.000). Pero para Avi Melamed, excargo de la inteligencia israelí, se trata de una concesión “que ningún gobierno israelí podrá aceptar jamás”.

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“Vivo o muerto”

También está el tema de los soldados capturados que han fallecido. La presión para que sus cuerpos sean recuperados y enterrados después con los honores que se merecen es fuerte.

“Conservar (...) los cuerpos de los soldados es sádico”, pero será difícil que ambos bandos se pongan de acuerdo sobre su valor”, dice Avi Melamed. Hamás afirma que más de 15.000 personas, en su mayoría civiles, murieron en los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza.

Israel prometió hacer todo lo posible para que los cuerpos de sus soldados muertos sean repatriados. La presión de la opinión pública será fuerte para que los cuerpos que permanecen en Gaza sean regresados a Israel, analiza Eva Kuluriotis, una experta independiente. Es importante “inhumar los cuerpos de manera adecuada, respetando los rituales”, añadió

Además, “el gobierno considera también que tiene un deber hacia el ciudadano israelí, que esté vivo o muerto”, señaló.

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Fuente: AFP

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