En la pequeña ciudad israelí de Nahariya, a pocos kilómetros de la frontera en alta tensión con el Líbano, judíos, musulmanes y cristianos esperan tranquilamente a que piquen los peces. Una lancha zodiac negra con soldados armados patrulla a unas decenas de metros de la costa de esta localidad, al borde del Mediterráneo. Otros soldados recorren a pie a lo largo de la orilla del mar. Y en un terreno baldío cercano, el ejército ha estacionado una veintena de vehículos blindados.

Desde el sangriento ataque perpetrado el 7 de octubre por los islamistas de Hamás en el sur de Israel, que mató al menos a 1.300 personas, la posibilidad de una intervención terrestre israelí en la Franja de Gaza parece cada día más cercana. Y con ello la posibilidad de una acción violenta desde Líbano el movimiento chiíta Hezbolá, apoyado por Irán.

“Aquí, la única religión es la pesca”, dice Shlomo Louski, un anciano judío nacido en Casablanca, que vive en Nahariya desde hace 60 años. “Aquí, todos somos hermanos y si Hezbolá nos dispara, nos protegeremos en el mismo refugio”, agrega este antiguo restaurador de 90 años, con la piel marcada por el sol y que se jacta de haber dejado de trabajar “no hace mucho”.

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Cerca de él está Bilal, de 34 años, que viene todos los días desde Acre, donde judíos y árabes viven juntos, a unos 15 km de Nahariya. Esta ciudad fue escenario en 2021 de enfrentamientos, al margen de los enfrentamientos entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, que dejaron un muerto, un judío israelí. “Soy musulmán. Lo que Hamás hizo a estas mujeres y niños, a estos jóvenes que bailaban... Es espantoso... Para mí, no son musulmanes”, dice este hombre alto de ojos brillantes que prefiere no dar su apellido.

Pasa cariñosamente su brazo alrededor de los hombros de Shlomo. “¿Este hombre? Es como mi padre y yo sé que yo soy como su hijo. Estos bárbaros no podrán cambiar eso”, agrega, envolviendo migas de pan alrededor de un gran anzuelo de pesca. “Parece que los peces tienen más miedo de Hezbolá que nosotros... No hemos pescado nada desde esta mañana”, lamenta, mirando su balde vacío.

“Hitler y Putin reunidos”

Mariana, una mujer joven observa la escena. Su esposo, que sostiene una caña de pescar con los ojos vueltos hacia el horizonte, permanece en silencio. La mujer lleva una pesada cruz engastada con diamantes en el cuello y abraza a un cachorro. “Somos como una gran familia. Todos los días nos reunimos por la mañana alrededor de las 7:00 y nos quedamos aquí para pescar hasta que el sol está alto en el cielo”, dice la joven.

También insiste en que la brutal ofensiva lanzada por Hamás, una organización calificada de “terrorista” por Israel, la Unión Europea y Estados Unidos, no cambiará eso. En la Franja de Gaza, la respuesta israelí ha matado a más de 2.750 personas, incluidos más de 700 niños, según las autoridades locales.

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Lev, de 80 años, otro de los pescadores, dice con orgullo que nació en Kiev (Ucrania). Desde que está jubilado divide su tiempo entre sus dos pasiones: la pesca y la pintura. En la pantalla de su teléfono, muestra varias de sus obras. “En Ucrania, sabemos lo que es la barbarie. Estaban los nazis y ahora está Vladimir Putin. ¿Hamás? Es como Hitler y Putin reunidos”, dice.

Sus compañeros pescadores asienten con aprobación. “Dios ama a este país”, susurra Mariana. “Esta es la tierra de Jesús y Abraham. No nos defraudará. Y seguiremos capturando hermosos peces aquí”, dice. Un convoy con enormes tanques pasa cerca. Los ataques de cohetes des de Líbano acaban de golpear el norte de Israel, dejando un muerto y cuatro heridos.

Fuente: AFP.

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