Irak expulsó este jueves a la embajadora de Suecia y una turba incendió la delegación diplomática del país escandinavo en Bagdad, después de que se autorizara en Estocolmo una nueva profanación del Corán por parte de un refugiado iraquí. Salwan Momika, de 37 años, pisoteó el jueves el libro sagrado del islam, pero se abstuvo esta vez de quemarlo, como hizo frente a la mayor mezquita de Estocolmo el 28 de junio, según un periodista de la AFP.

En respuesta a la autorización concedida por el país escandinavo, el primer ministro iraquí, Mohamed Shia Al Sudani, “ordenó a la embajadora sueca en Bagdad salir del territorio”, según un comunicado de su oficina. Las autoridades también decidieron suspender la licencia de explotación del gigante sueco de telecomunicaciones Ericsson, según un comunicado difundido por la agencia de prensa estatal INA.

La decisión tomada el miércoles por la policía sueca de autorizar la mini manifestación en Estocolmo desató tensiones diplomáticas entre ambos países, y provocó el incendio de la embajada sueca en Bagdad por parte de seguidores del influyente líder religioso Moqtada Sadr. El ambiente seguía tenso en el centro de la capital iraquí, donde unos 200 manifestantes denunciaron la profanación del libro.

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“Sí, sí al Corán”, gritaban, mientras alzaban el texto sagrado al cielo, junto a banderas iraquíes. Algunos de ellos quemaron banderas suecas, según un fotógrafo de la AFP. “Es una agresión contra dos mil millones de musulmanes”, manifestó Amjad al-Maliki, un funcionario de 46 años.

Derecho a protestar

El gobierno iraquí condenó el ataque a la embajada, pero lanzó también una advertencia a Estocolmo por si permitía que la protesta siguiera adelante, amenazando con “romper” las relaciones diplomáticas. La policía sueca decidió autorizar la protesta en nombre de la legislación sobre los derechos a la libertad de reunión y de expresión.

“La Constitución establece que se necesitan muchas razones para denegar a una persona un permiso para una reunión pública”, declaró Ola Osterling, del cuerpo armado de Estocolmo. Aún no se conoce la magnitud de los daños que sufrió el edificio, pero el Ministerio de Relaciones Exteriores sueco informó que su personal estaba “a salvo”.

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Tras el incendio se produjeron enfrentamientos con la policía, que usó cañones de agua para dispersar a los manifestantes, que, a su vez, arrojaron piedras contra los agentes. El ministro sueco de Relaciones Exteriores, Tobias Billström, convocó después al encargado de negocios iraquí en el país escandinavo.

“Lo que se produjo es totalmente inaceptable y el gobierno condena estos ataques del modo más vehemente posible”, afirmó en un comunicado. Billström recordó que las autoridades iraquíes tienen la obligación de proteger las misiones diplomáticas en virtud de la Convención de Viena.

“Acto provocador”

Francia y Estados Unidos “condenaron” el ataque a la embajada, y Washington consideró “inaceptable que las fuerzas de seguridad iraquíes no actuaran para impedir” la acción. Denunciando por su parte la profanación del Corán, la Organización de Cooperación Islámica (OCI) denunció “un nuevo acto provocador” y pidió a Estocolmo que deje de autorizar estos actos.

Turquía, que durante largo tiempo bloqueó la adhesión de Suecia a la OTAN, condenó la “repugnante” profanación y pidió a Estocolmo tomar “medidas disuasivas”. La representación diplomática ya había sido asaltada en junio, cuando el refugiado iraquí había quemado algunas páginas del libro sagrado de los musulmanes en otro acto público.

Pero en ese momento, los seguidores de Moqtada Sadr salieron rápidamente del lugar. Una fuente de seguridad iraquí informó de la detención de unos 20 manifestantes tras el incendio. Los servicios del primer ministro informaron a su vez que se decidió llevarlos “ante la justicia”. Sudani condenó “en los términos más duros” los hechos ocurridos en la embajada sueca. Asimismo, el gobierno iraquí declaró que “reafirma su compromiso de garantizar la seguridad y la protección de todas las misiones diplomáticas, y promete hacer frente a cualquier ataque dirigido contra ellas”.

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El gesto de Momika, que participó en las masivas protestas contra la corrupción en Irak en 2009, ya había provocado una oleada de críticas internacionales y malestar en la comunidad musulmana. Las redes sociales del hombre revelan que tuvo una carrera política errática en su país de origen, que incluye vínculos con una facción armada cristiana durante la lucha contra el grupo Estado Islámico.

También muestran su participación en la creación de un oscuro partido político siríaco, rivalidades con influyentes paramilitares cristianos y un breve arresto. No es la primera vez que se queman libros sagrados en Suecia y otros países europeos, a veces bajo iniciativa de movimientos de extrema derecha.

Fuente: AFP.

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