Este lunes pasado, un fiscal de Yefrémov requirió dos años de cárcel contra Alexéi Moskalev, 54 años, acusado de haber “desacreditado al ejército” por sus críticas a la ofensiva rusa en Ucrania, indicó su abogado Vladimir Bilyenko. Yefrémov, 37.000 habitantes, a unos 300 km de la capital rusa, exhibe pintadas de apoyo patriótico a la campaña militar, como se observa en todo el país.

“Por un mundo sin nazismo”, se lee en una valla sobre la calle principal, junto a las letras “Z” y “V”, utilizadas por las fuerzas rusas en Ucrania. Pero sus habitantes están divididos sobre los combates e impactados por el caso de Moskalev y su hija, que se convirtió en un testimonio de la represión contra cualquier crítica a la ofensiva rusa en Ucrania.

Todo comenzó el año pasado cuando Maria Moskaleva, de 13 años, hizo un dibujo en la escuela en el que se ven misiles junto a una bandera rusa dirigidos contra una mujer y un niño al lado de una bandera ucraniana. La directora de la escuela advirtió a la policía, que detectó en las redes sociales comentarios del padre de la niña, Alexéi Moskalev, contra la ofensiva en Ucrania.

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En otro juicio previsto el 6 de abril, Moskalev corre el riesgo de perder la autoridad parental dijo su abogado. Desde el 1 de marzo, Moskalev permanece bajo arresto domiciliario y su hija fue llevada a un orfanato, con prohibición de llamar a su padre, según la concejal local Olga Podolskaya.

La madre está distanciada de la familia. El caso generó una petición nacional para que la menor vuelva al hogar con su padre. Incluso Yevgueni Prigozhin, jefe del grupo paramilitar Wagner que participa en la ofensiva rusa, expresó apoyo a María y criticó a las autoridades locales por sus acciones.

“Que se termine”

En las calles de Yefrémov, pocos se atreven a hablar abiertamente del caso o a opinar sobre la campaña en Ucrania. “Separar al padre de su hija es horrible. Ella solo expresó un punto de vista”, comentó Alexandra, una estudiante. Una jubilada que declinó dar su nombre dijo que su vida cambió desde el 24 de febrero de 2022, día en que las fuerzas rusas entraron a Ucrania.

“No estoy acusando a nadie. Veo víctimas de ambos lados. Quiero que esto se acabe lo antes posible”, expresó. En el cementerio local se observan varias tumbas recientes de soldados caídos en lo que Rusia denomina “operación militar especial”. En la plaza central, dos mujeres mayores con cintas rojas en los brazos dijeron ser parte de una iniciativa de barrio para reportar cualquier actividad sospechosa. “Nos dijeron que hay riesgo de un ataque y debemos mantener el orden”, comentó una de las mujeres.

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Deprimidos

Alexander Salikhov, un ingeniero jubilado de 66 años, dijo querer la paz pero que “debemos liberar las tierras rusas” en Ucrania. Dmitry, un empresario de 50 años, señaló que cayó en bancarrota por las sanciones occidentales, que han golpeado la cadena de suministros.

“¿Qué nos guarda el futuro? El poder está en manos de los servicios de seguridad y estamos al borde de una guerra nuclear”, advirtió. La concejal Podolskaya apuntó que los habitantes tienen dudas. “Están deprimidos, no entienden lo que ocurre, pero no pueden ir a las calles. Tienen miedo de ser despedidos y tienen hipotecas e hijos”, comentó.

Marianna, una mujer embarazada de 31 años, dice estar optimista, aunque le preocupa que su esposo sea movilizado. “Esperamos que termine y que nuestro hijo nazca en un mundo pacífico y que no tenga que temer la acción militar”, comentó tras revelar que la pareja quiere llamarlo Bogdan, un popular nombre ucraniano.

Fuente: AFP.

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