Con o sin casco, con las nalgas al aire o sobre la silla de su bicicleta, una treintena de ciclistas desafían este domingo la lluvia en San Pablo, la mayor megalópolis de América Latina, para concienciar a los automovilistas sobre su “vulnerabilidad” a los accidentes de tráfico.
En la madrugada, en la Avenida Paulista, la arteria más emblemática de la capital económica de Brasil, la mayoría están desnudos, pero algunos prefieren pedalear en tanga o ropa interior.
Uno de ellos se muestra desnudo como un gusano, con su cuerpo completamente manchado de verde y un shapka en la cabeza. Todos respondieron al llamado de la Pedalada Pelada, la versión brasileña del movimiento mundial World Naked Bike.
“Estamos desnudos en una de las avenidas más grandes de América Latina, demostramos que somos vulnerables a la fuerza, a la violencia de los autos”, dijo a la AFPTV Allis Bezerra, un fotógrafo de 41 años.
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“Este movimiento sirve para mostrar a la sociedad lo importantes que somos. Al utilizar la bicicleta como medio de transporte, estamos quitando del tráfico de la ciudad un coche que contamina el medio ambiente”, añadió.
La artista Andresa Aguida, de 43 años, se pintó el mensaje “pedaleo sostenible” en el estómago antes de salir en topless por la avenida Paulista. “Los automovilistas nos faltan el respeto cuando nos tocan bocina y parece que nos dicen: ‘adelante, o te atropello’”, denunció.
Según un estudio de la Asociación Brasileña de Medicina del Tránsito Vial (Abramet) publicado en junio pasado, en el 2011 hubo en Brasil más de 16.000 accidentes con hospitalización de ciclistas en estado grave, un promedio de 44 por día.
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Fuente: AFP
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Más lluvias provocan temor en el inundado sur de Brasil
- Porto Alegre, Brasil. AFP
Una nueva ráfaga de lluvias torrenciales cayó el fin de semana sobre el sur de Brasil, en donde inundaciones históricas ya dejan más de 130 muertos, complicó las labores de emergencia y sembró temores de nuevos desastres.
“Muchas personas ven la lluvia y están traumatizadas. Notamos el susto de la gente. Sabemos que cuando llueve el agua termina aumentando aún más”, dijo a la AFP Enio Posti, bombero de Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul, en gran parte todavía inundada.
Las crecidas de ríos provocadas por los volúmenes históricos de agua que cayeron desde finales de abril en este estado agrícola dejan un saldo total de 136 fallecidos, 806 heridos y 125 desaparecidos, según Defensa Civil. Más de dos millones de personas han sido afectadas por la catástrofe, que expertos de la ONU y el Gobierno brasileño vinculan al cambio climático y al fenómeno de El Niño.
De acuerdo con el último balance de Defensa Civil, más de 537.000 personas fueron desalojadas de sus casas y otras 81.000 están en refugios. Además, unas 92.000 viviendas resultaron dañadas o destruidas, según la Confederación Brasileña de Municipios.
Las autoridades están en alerta desde que las lluvias volvieron con fuerza el viernes a Porto Alegre y a otras áreas ya afectadas del estado, y multiplican los mensajes a la población de no regresar a los lugares en riesgo. En las anegadas calles del barrio de São João, muchos voluntarios y bomberos seguían trabajando bajo la copiosa lluvia. Casi dos toneladas de alimentos y enseres han sido distribuidos por el gobierno federal.
El suministro de agua limpia sigue interrumpido en la capital estatal. Camiones cisterna cruzan permanentemente por doquier aprovisionando albergues, hoteles y otros edificios.
El Gobierno de Brasil prometió el jueves desbloquear unos 10.000 millones de dólares para la reconstrucción de Río Grande do Sul, que atraviesa la peor catástrofe climática de su historia.
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Brasil no estaba preparado para desastre en el sur, admite Lula
Nuevas crecidas de ríos y lagos prolongaron este lunes el drama de la población del sur de Brasil, a donde el presidente Luiz Inácio Lula da Silva viajará de nuevo el miércoles tras reconocer que las autoridades “no estaban preparadas” para una catástrofe así.
Las cifras de víctimas del desastre climático que golpea el pujante estado de Rio Grande do Sul volvieron a aumentar este lunes, con 147 muertos, 127 desaparecidos y 806 heridos, así como 600.000 personas que debieron abandonar sus hogares, según Defensa Civil.
Lula suspendió una visita oficial a Chile, inicialmente prevista para el 17 y 18 de mayo, ante la necesidad de “monitorear” la emergencia, según la Presidencia y anunció que volverá el miércoles al estado por tercera vez en pocos días. “Es una catástrofe para cuya magnitud no estábamos preparados”, dijo el mandatario, durante una reunión con su ministro de Finanzas, Fernando Haddad, y el gobernador del estado, Eduardo Leite.
A pesar de una disminución de las lluvias, Leite urgió a los evacuados a no regresar a las viviendas, en especial en la capital Porto Alegre y sus alrededores, donde el río Guaíba puede alcanzar un nuevo récord. “No es momento de volver a las casas todavía en las zonas de riesgo”.
La cota de este río, en cuyas riberas se ubican varias ciudades devastadas, superó los cinco metros por primera vez desde el jueves y sigue en ascenso debido a las lluvias del fin de semana. Según Defensa Civil, podría superar el pico histórico de 5,35 metros que alcanzó el 5 de mayo.
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Ayuda para volver a empezar
Ante el ascenso del Guaíba, la alcaldía de Porto Alegre levantó una barrera con enormes sacos de arena en una avenida del centro para intentar evitar que la crecida llegue a una estación de bombeo de agua, lo que puede empeorar el ya precario suministro del servicio a una treintena de barrios de la ciudad.
Habitantes del barrio Harmonia en Canoas, a las afueras de Porto Alegre, sacaban pertenencias de sus viviendas ante la subida de las aguas. “El agua nunca bajó. Se inundó en octubre y ahora también. Esta vez perdí todo”, dijo a la AFP el albañil Alcedir Alves, de 58 años.
Más de 77.000 personas se hallan en albergues montados en escuelas, clubes deportivos y otros establecimientos tras el desastre, que expertos y el gobierno brasileño vinculan al cambio climático y al fenómeno El Niño.
La situación de los evacuados se complicará con la llegada de un frente frío, según alertó el lunes la agencia meteorológica MetSul. Las autoridades trabajan para distribuir suministros y donaciones venidas de todo el país y el exterior. Las familias más afectadas recibirán 2.000 reales (unos 400 dólares) para que empiecen a “reconstruir sus vidas”, dijo Leite.
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Indígenas afectados
Lula anunció una propuesta, que debe aprobar el Congreso, para suspender por 36 meses los pagos de la deuda de Rio Grande do Sul con el Estado brasileño, y que según el gobernador se había convertido en un “torniquete insoportable” ante la tragedia. La vida en Rio Grande do Sul está absolutamente alterada, con casi 360.000 estudiantes sin clases y la atención de la salud volcada en hospitales de campaña.
Importantes autovías y carreteras continúan total o parcialmente cortadas, mientras que el aeropuerto internacional de la ciudad de Porto Alegre sigue bajo agua. Las lluvias e inundaciones sin precedentes afectaron directamente al menos a 80 comunidades indígenas, algunas de forma extremadamente grave, según el Consejo Indigenista Misionario de Brasil.
Efectos en Argentina
El flujo de las aguas en el sur de Brasil impactó en otros países de la Cuenca del Plata. Unas 600 personas fueron evacuadas en la provincia argentina de Entre Ríos (noreste) debido a las inundaciones por la crecida del río Uruguay, reportaron autoridades.
Habitantes de la zona ribereña de Concordia (430 km al noreste de Buenos Aires) fueron trasladados a centros de asistencia o domicilios particulares, informó la alcaldía. En Concordia, el alcalde Francisco Azcué, reportó este lunes que el pico de la creciente se espera para el martes y pidió “calma” a la población.
“Estamos en 13,55 metros (de cota) y según el pronóstico de los ingenieros de la represa podría llegar a 13,70 metros hoy (lunes) y 13,90 mañana martes. Obviamente vamos a tener más evacuados”, explicó el funcionario en declaraciones a radio Mitre.
Fuente: AFP
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Brasil: las inundaciones podrían ser peores aun con nuevas lluvias
- AFP
Una nueva ráfaga de lluvias torrenciales cayó el fin de semana sobre el sur de Brasil, en donde inundaciones históricas ya dejan más de 130 muertos, lo que complicaba las labores de emergencia y sembraba temores de nuevos desastres.
“Muchas personas ven la lluvia y están traumatizadas. Notamos el susto de la gente. Sabemos que cuando llueve el agua termina aumentando aún más”, dijo a la AFP Enio Posti, bombero de Porto Alegre, capital del estado Río Grande do Sul, en gran parte todavía inundada. Las crecidas de ríos provocadas por los volúmenes históricos de agua que cayeron desde finales de abril en este estado agrícola dejan un saldo total de 136 fallecidos, 806 heridos y 125 desaparecidos, según Defensa Civil.
Más de dos millones de personas han sido afectadas por la catástrofe, que expertos de la ONU y el Gobierno brasileño vinculan al cambio climático y al fenómeno de El Niño. De acuerdo con el último balance de Defensa Civil, más de 537.000 personas fueron desalojadas de sus casas y otras 81.000 están en refugios. Además, unas 92.000 viviendas resultaron dañadas o destruidas, según la Confederación Brasileña de Municipios.
Las autoridades están en alerta desde que las lluvias volvieron con fuerza el viernes a Porto Alegre y a otras áreas ya afectadas del estado, y multiplican los mensajes a la población de no regresar a los lugares en riesgo. “Yo estaba empapado. Ellos me recibieron bien y me dieron ropa. Ahora estoy bien”, dijo a la AFP Everton Machado, un habitante de 36 años, tras ser rescatado por un bote mientras iba en búsqueda de sus padres. En las anegadas calles del barrio de São João, muchos voluntarios y bomberos seguían trabajando bajo la copiosa lluvia, observaron periodistas de la AFP. Equipados con motos de agua o botes inflables, llevaban la ayuda a los afectados. También recibían mascotas que sus dueños no pueden cuidar.
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Ríos aumentan su caudal en el sur de Brasil arrasados por las inundaciones
Las lluvias torrenciales que golpean el sur de Brasil aumentaron los caudales de los ríos y crearon escenas de “caos” en los suburbios de Porto Alegre, en una región ya arrasada por inundaciones que dejan más de 140 muertos y centenas de miles de desalojados de sus casas.
“Prácticamente todos los grandes ríos del estado presentan tendencia de elevación”, informó la Defensa Civil del estado Rio Grande do Sul, que atraviesa la peor catástrofe climática de su historia. El Guaíba, afluente que desde la semana pasada cubre grandes partes de la capital estatal Porto Alegre, se había reducido el sábado a su nivel más bajo desde el 3 de mayo.
Pero con las fuertes lluvias que caen sobre la región desde el viernes, se elevó de nuevo y debe superar los cinco metros, “conforme fluya el caudal de los ríos tributarios y la actuación de los vientos”, según el informe.
Las inundaciones históricas en Rio Grande do Sul, provocadas por fuertes precipitaciones desde los últimos días de abril, afectaron a más de dos millones de personas, con un saldo de 143 muertos, 806 heridos y 131 desaparecidos.
Según el último balance de Defensa Civil, más de 619.000 personas debieron abandonar sus casas debido a la catástrofe, que expertos de la ONU y el gobierno brasileño vinculan al cambio climático y al fenómeno de El Niño.
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Otros ríos seguían desbordados y en ascenso
Las crecidas del Taquari pusieron de nuevo en alerta a la pequeña ciudad de Muçum, que aún se recuperaba del paso de un devastador ciclón en septiembre cuando fue golpeada por las inundaciones. Según las autoridades, la Laguna de los Patos, con salida al Atlántico, está en “niveles muy elevados” con tendencia a subir aun más en las zonas costeras.
La ribereña ciudad de Pelotas “enfrenta un agravamiento de la situación” que “amplía las probabilidades de inundaciones”, alertó en Instagram su alcaldesa, Paula Mascarenhas, que hizo un “llamado urgente” a desalojar las casas en zonas de riesgo.
“Es un caos”
En el centro, en la Región Metropolitana y la sierra “gaúcha” cayeron “volúmenes significativos de precipitaciones” en las últimas 24 horas, con hasta 120 mm en los valles. En el centro histórico de Porto Alegre, todavía inundado, personas caminaban sobre barreras hechas de bolsas con rocas y arena; sofás y otros enseres flotaban. Algunas zonas del suburbio de Sao Leopoldo eran cementerios de autos sumergidos en las aguas enlodadas.
“Fui a revisar, mi casa se quebró. En la casa de mi cuñado, al lado, el agua llegó a la mitad del segundo piso”, dijo a la AFP Claudio da Silva, mientras navegaba con su bote por las calles inundadas en Sao Leopoldo. “Ahora bajó un poco y se puede entrar al segundo piso, pero es un caos. Muchos animales muertos. Es muy, muy triste”, explicó el electricista, de 36 años.
El metalúrgico Antonio Vanzan, de 50 años, describió una “situación crítica”. “El agua dejó de bajar (...). Si la lluvia no para de caer, ¿qué va a suceder? Puede aumentar el nivel del río y el agua regresará para adentro de los barrios”, advirtió.
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“No están solas”
Según el Instituto Nacional de Meteorología, todo el estado espera que las “lluvias intensas” continúen en las próximas horas, con más de 100 mm por día en algunas partes. En el noreste hay “gran riesgo de grandes inundaciones y desbordamientos de ríos, y grandes deslizamientos de tierra”, añadió.
La probabilidad de nuevas inundaciones es “muy alta” en casi todo Rio Grande do Sul, indicó, por su parte, el Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden). En un video publicado en la red social X por el día de las madres en Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva envió su “solidaridad” para aquellas afectadas por la tragedia.
“Ustedes no están solas”, dijo el mandatario, cuyo gobierno anunció que desbloqueará unos 10.000 millones de dólares para la reconstrucción de este estado agrícola y ganadero. En Sao Leopoldo, mientras tanto, la fatiga se instala ante la persistencia de la emergencia.
“Como está la cosa esto va a continuar hasta el viernes próximo, después una semana más de las aguas bajando, limpiando, una semana más fuera de casa (...). Vamos a pasar 30 días fuera de casa”, aseguró Claudio da Silva, el electricista.
Fuente: AFP