El Departamento de Defensa de Estados Unidos publicó una selfie tomada por un piloto desde la cabina de un avión de vigilancia U-2 que volaba cerca de un globo chino acusado por Washington de espionaje el día antes de que fuera derribado. Este globo, descrito por China como una aeronave de observación meteorológica errante y sin propósito militar, fue derribado hace casi tres semanas por orden del presidente estadounidense, Joe Biden.

El caso ha intensificado la tensión entre Washington y Pekín. Estados Unidos cree que el globo era parte de una flota enviada por China a más de 40 países en los cinco continentes para recopilar información de inteligencia. La foto difundida por el Pentágono el miércoles muestra un globo blanco volando sobre el el centro de Estados Unidos el 3 de febrero mientras es observado por el piloto del avión U-2. En la imagen, se ven los paneles solares del globo y el casco del piloto aparece en primer plano.

Al día siguiente, un avión de combate F-22 derribó el globo sobre el Atlántico, cerca de la costa de Carolina del Sur, y el Pentágono calificó su vuelo de varios días sobre territorio estadounidense como una “violación” de la soberanía. La foto circuló por primera vez en el sitio especializado “Dragon Lady Today” -el avión U-2 es comúnmente apodado “Dragon Lady”- y una portavoz del Pentágono, Sabrina Singh, confirmó su autenticidad durante una rueda de prensa el miércoles.

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Los principales medios de comunicación compartieron la imagen. La cadena CNN había informado a principios de este mes que la selfie del piloto existía y “ya tenía un estatus legendario tanto en NORAD (Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte) como en el Pentágono”.

El avión de reconocimiento U-2, diseñado para poder volar a más de 21.000 metros para espiar territorio enemigo, tiene fama de ser uno de los aviones más difíciles de pilotar del mundo. Veterano de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, saltó a la fama cuando uno de ellos fue derribado sobre la Unión Soviética en 1960.

Misil de USD 400.000

La fuerza aérea más poderosa del mundo movilizada, un misil de última generación que termina en el agua y una negación oficial de una invasión alienígena: el trasfondo de la búsqueda estadounidense de “objetos” voladores es casi cómico. La Casa Blanca lo reconoció el martes: los tres “objetos” derribados el 10, 11 y 12 de febrero en el norte de Estados Unidos y en Canadá, por orden del presidente Joe Biden, eran quizás globos con funciones comerciales o científicas “inofensivas”.

Pero Estados Unidos, escaldado tras haber derribado el 4 de febrero un globo chino, que según Washington estaba dotado de capacidades de espionaje, no se arriesgó cuando los días siguientes radares militares detectaron tres “objetos” más sobrevolando territorio norteamericano. Considerando que la seguridad del transporte aéreo civil estaba comprometida, fueron enviados aviones de combate: el viernes y el sábado el Ejército optó por un caza F-22, uno de los más sofisticados, y el domingo por el modelo F-16, menos avanzado.

El viernes y el sábado, sobre Alaska y en la región canadiense del Yukón, respectivamente, la operación se desarrolló sin incidentes: según el Pentágono, se disparó un misil cada vez, dando en el blanco. Pero el domingo, esta vez sobre el lago Hurón, en el norte de Estados Unidos, el avión falló su primer disparo, y fue un segundo misil el que finalmente destruyó el “objeto”. “Sabemos que el primer misil disparado el domingo no dio en el blanco, y nos han informado que cayó en el lago Hurón”, dijo el martes el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby.

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“La verdad está en otra parte”

Para un disparo al agua, la factura es alta: la Fuerza Aérea de Estados Unidos utilizó para estas operaciones misiles del tipo AIM-9X Sidewinder, cuyo costo unitario se estima en unos 400.000 dólares. Y si las operaciones de destrucción fueron costosas, también lo será la recuperación de los restos, todos en zonas de difícil acceso.

De hecho, lo que queda de los “objetos” ha caído en las superficies heladas de Alaska, o en áreas remotas e inhóspitas del Yukón canadiense, o en las gélidas aguas del lago Hurón. La administración Biden ya indicó que habría que esperar al análisis de los fragmentos para determinar la naturaleza, procedencia y uso exactos de los “objetos” derribados.

En este asunto confuso, el Ejecutivo estadounidense tiene básicamente una sola certeza, y no la menos importante: “No hay indicios de extraterrestres o de actividades extraterrestres”. Fue Karine Jean-Pierre, portavoz de Biden, quien lo dijo el lunes, de la manera más solemne, al comienzo de su rueda de prensa diaria en la sala de prensa de la Casa Blanca. “¡La verdad está en otra parte, Karine!”, le dijo un periodista entre risas, en referencia a la famosa serie “Los expedientes secretos X”, dedicada a dos agentes del FBI que investigan fenómenos paranormales.

Fuente: AFP.

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