En la tarde de este lunes se dio lectura a la sentencia de los ocho acusados por la muerte de Fernando Báez Sosa, el joven que falleció luego de ser atacado a golpes por un grupo de rugbiers en enero del 2020 a la salida de una discoteca en Villa Gesell, Argentina. El Tribunal Oral en lo Criminal de Dolores determinó que Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi fueron coautores penalmente responsables del crimen por homicidio doblemente agravado y alevosía, y fueron condenados a prisión perpetua.

Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi fueron condenados como partícipes secundarios a la pena de privativa de libertad de 15 años de prisión. El tribunal está integrado por María Claudia Castro, presidenta; Emilio Lazzari y Christian Rabala.

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Luego de la lectura de la sentencia, Thomsen se desmayó y debió ser asistido por un médico; tras esto, la lectura de la resolución fue interrumpida momentáneamente. Del mismo modo, el resto de los acusados lloró al escuchar la sentencia; el tribunal por unanimidad dio por probada la premeditación y la alevosía en el crimen contra Fernando Báez Sosa.

El abogado de la familia Báez Sosa, Fernando Burlando, había referido antes de su ingreso a los tribunales de Dolores que si no había perpetua para todo apelaría la sentencia. “Vinimos a buscar justicia y que pueda descansar”, había mencionado por su parte Graciela Sosa, madre de la víctima, antes de conocer la sentencia del tribunal que juzgó a los ocho acusados por el crimen de su hijo.

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Recuento del crimen

El 18 de enero del 2020, los acusados vacacionaban en el balneario de Villa Gesell, una ciudad sobre la costa atlántica argentina muy popular entre los jóvenes. Esa noche fueron expulsados de una discoteca en la cual había comenzado una pelea. En la calle, los ocho amigos de entre 21 y 23 años, compañeros en un pequeño club de rugby de provincia, aislaron al estudiante de derecho Fernando Báez Sosa, de 18 años, y lo agredieron a puños y patadas, provocándole la muerte por múltiples lesiones.

En el juicio que se realizó en la ciudad de Dolores, la Fiscalía pidió cadena perpetua para los ocho acusados, evocando la “voluntad de matar” por parte de “todos”, con una “coordinación sincronizada” que impidió que terceros viniesen en auxilio de Báez Sosa. El abogado de la familia del joven, Fernando Burlando, también pidió la cadena perpetua.

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En cambio, la defensa sostuvo que la premeditación nunca fue demostrada y solicitó reconsiderar los cargos como muerte en riña sin que hubiese intención de matar, lo que implicaría una pena máxima de seis años de cárcel o, en su defecto, homicidio simple (25 años).

El abogado de los ocho rugbiers, Hugo Tomei, remarcó que nunca se podrá saber quién mató al joven. Durante los alegatos, los ahora condenados, por momentos entre lágrimas, tuvieron expresiones como “pido perdón”, “pido disculpas”, “no hubo intención de matar”, “no hubo un plan (de asesinar)” y “estoy arrepentido”. Los ocho rugbiers, detenidos el día del crimen, han estado en prisión preventiva desde 2020.

Báez Sosa era hijo de una cuidadora de ancianos y un albañil, ambos inmigrantes paraguayos. Había iniciado la carrera de abogacía luego de graduarse en un colegio parroquial católico y realizar obras de caridad. Su crimen desencadenó una serie de manifestaciones de repudio y en apoyo a la familia, con intensos debates sobre el consumo de alcohol por parte de los jóvenes, la construcción de la masculinidad, la xenofobia y el racismo en este país que se identifica como de descendientes de inmigrantes europeos.

Con información de AFP

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