El papa Francisco clausuró este domingo su visita a África con un llamamiento a “deponer las armas” durante una misa en la capital de Sudán del Sur, que marcó el final de una gira de seis días por la paz y la reconciliación iniciada en la República Democrática de Congo.

“La violencia es un tema cotidiano. Acabamos de verlo en Sudán del Sur. Es doloroso ver cómo se provoca la violencia. Uno de los problemas es la venta de armas (...) La venta de armas creo que es la mayor plaga del mundo”, lamentó el papa en declaraciones a bordo del avión que lo condujo a Roma desde Sudán del Sur.

Francisco partió de la capital Juba hacia las 12:00 locales (10:00 GMT) junto con los jefes de las iglesias de Inglaterra y Escocia, representantes de las otras dos confesiones cristianas de Sudán del Sur con los que llevó a cabo la visita. A lo largo de 48 horas, el pontífice hizo repetidos llamamientos a la paz en el país de mayoría cristiana y 12 millones de habitantes, que entre 2013 y 2018 se vio inmerso por una guerra civil entre los partidarios de los dos líderes rivales, Salva Kiir y Riek Machar, que dejó 380.000 muertos y millones de desplazados internos.

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“Depongamos las armas del odio y de la venganza (...) superemos las antipatías y aversiones que, con el tiempo, se han vuelto crónicas y amenazan con contraponer las tribus y las etnias” dijo el papa en la misa ante unos 70.000 fieles. La guerra, los conflictos, marcaron el quinto viaje de Francisco a África, quien reiteró ante los periodistas que lo acompañaron en el vuelo papal su mensaje de paz. “El mundo entero está en guerra, en autodestrucción, ¡paremos a tiempo!”, dijo.

Francisco, de 86 años, quien suele movilizarse en silla de ruedas, habló también sobre su estado de salud y descartó indirectamente la posibilidad de que renuncie como lo hizo su predecesor Benedicto XVI en 2013. “Mala hierba nunca muere”, bromeó citando un refrán muy latinoamericano.

“No estoy como en el inicio del pontificado. Esta rodilla molesta, pero poco a poco va mejor. Ya veremos”, comentó. El papa confirmó en cambio su viaje a Marsella, Francia, el 23 de septiembre y anunció que tiene varias visitas planificadas para el 2023, incluida una a India y a Mongolia.

“Necesitamos la paz”

Con sus viajes y mensajes Francisco desea reavivar la esperanza en esos países olvidados, azotados por las guerras y los conflictos. Como muchos sursudaneses, James Agiu, confesó que espera que la visita del pontífice “traiga cambios al país”.

“Durante muchos años hemos estado en guerra, pero necesitamos la paz”, declaró a AFP el joven de 24 años. “He sufrido en mi vida. Por eso estoy aquí, para que el papa me bendiga a mí y a mi familia”, dijo Josephine James, de 32 años.

El sábado, Francisco pidió una “vida digna” para los desplazados internos de este país del este de África, sin salida al mar, que en diciembre contaba con unos 2,2 millones de desplazados internos, según la ONU. Nada más llegar, el papa llamó a los políticos a dar “un nuevo impulso” a la paz y condenó la corrupción.

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La ONU y la comunidad internacional acusan a los dirigentes sursudaneses de alimentar la violencia, reprimir las libertades políticas y malversar fondos públicos. Los ejércitos personales de Salva Kiir y Riek Machar también están acusados de crímenes de guerra. A pesar del acuerdo de paz firmado en 2018 en el país que se independizó de Sudán en 2011, la violencia continúa. El jueves, víspera de la llegada del papa, al menos 21 personas murieron en un robo de ganado en el sur.

En 2019, Francisco recibió a los dos enemigos en el Vaticano y se arrodilló para besarles los pies, rogándoles que hicieran las paces, un gesto que no fue seguido de avances concretos. Antes de Juba, Francisco permaneció cuatro días en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, donde condenó las “atroces crueldades” de los grupos armados.

Fuente: AFP.

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