Por Eugenia LOGIURATTO y Pascale TROUILLAUD

Brasil entra este domingo en la recta final de la campaña, un duelo electoral de alto voltaje entre los archirrivales Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva que, según las encuestas, podría definirse ya en la primera vuelta del día 2 en favor del exmandatario.

Aunque hay 11 candidatos en lista, la disputa por quién gobernará el gigante sudamericano hasta 2026 se concentra en el presidente ultraderechista Bolsonaro, que busca la reelección, y el favorito exmandatario de izquierda Lula (2003-2010).

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Según el último sondeo de Datafolha, Lula reúne 47% de las intenciones de voto, frente a 33% de Bolsonaro, y podría vencer la disputa en primera vuelta si consigue más del 50% de los votos válidos (descontando nulos o en blanco).

“Las encuestas dicen que existe una posibilidad real de que Lula gane en la primera vuelta”, subrayó Fernanda Magnotta, coordinadora de Relaciones Internacionales de la fundación FAAP, en Sao Paulo.

El exlíder sindical, que dejó la presidencia con una aprobación superior al 80% y volvió al ruedo político tras un período en prisión y con su imagen salpicada por el escándalo de corrupción Lava Jato, podría beneficiarse del “voto útil”.

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Para eso, precisa conquistar a “los votantes de candidatos menos competitivos como (el centroizquierdista) Ciro Gomes”, tercero en las encuestas (7%) y por delante de la centrista Simone Tebet (5%), explicó Magnotta.

En los últimos días, Lula se ha granjeado una ola de apoyos: el expresidente Fernando Henrique Cardoso pidió a los brasileños votar “por la democracia”, en oposición implícita a Bolsonaro y recibió el respaldo de su exministra de Medio Ambiente, Marina Silva, después de años distanciados.

Y políticos e intelectuales de América Latina pidieron en una carta abierta a Ciro Gomes que renuncie para facilitar la victoria de Lula.

“Idiota” y “ladrón”

Lula, de 76 años, que califica a Bolsonaro de “idiota”, asegura que volverá al poder para “arreglar el país”, citando constantemente los logros sociales de sus ocho años de gobierno.

Según la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Penssan), 33,1 millones de brasileños pasan hambre, un alza de 73% en los últimos dos años y pandemia de por medio.

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Bolsonaro, un excapitán del Ejército y exdiputado de 67 años, define la batalla electoral como una lucha “del bien contra el mal”.

Ha centrado su estrategia en la defensa de las armas, la exaltación de valores morales (“Dios, patria, familia”) y en ataques a su adversario, al que llama “ladrón”, en referencia a la condena por corrupción que, antes de ser anulada por la corte suprema debido a problemas procesales, lo mantuvo un año y medio en prisión y le impidió disputar la presidencia en 2018.

También afirma que las encuestas, que lo muestran en desventaja incluso en un eventual segundo turno, mienten.

“Estoy seguro de que con la gracia de Dios vamos a ganar en primera vuelta”, reiteró el mandatario este sábado.

Bolsonaro también cuestionó con frecuencia y sin pruebas la fiabilidad del sistema de voto electrónico en Brasil, insinuando que podría haber un fraude.

Este discurso, creído a pies juntillas por sus seguidores más fieles, hace temer que el presidente no reconozca una eventual derrota y ocurran incidentes similares a los registrados en Estados Unidos en enero de 2021, cuando partidarios del expresidente Donald Trump invadieron el Capitolio.

Pese a contar con apoyo de influyentes sectores como el evangélico, empresarial y agropecuario, Bolsonaro genera altos niveles de rechazo, especialmente entre el electorado femenino, al que no ha logrado conquistar con el protagonismo creciente de su esposa Michelle, de 40 años.

Tampoco logró repuntar entre los sectores más desfavorecidos, que pese a recibir desde agosto una ayuda gubernamental de 600 reales (USD 114) siguen prefiriendo a Lula.

Abstención, otro factor clave

Para la última semana, Bolsonaro prepara una serie de caravanas de motocicletas por la región sudeste, que concentra más del 42% de los votantes del país.

Por su lado, Lula enfocará sus esfuerzos en combatir la abstención, que en 2018 rondó el 20% en una elección que es obligatoria y que junto con el “voto útil” es considerada clave para definir si habrá segunda vuelta.

“Faltan pocos días para la elección. Quisiera que comparezcas... tú, que piensas en abstenerte, que piensas que no te agrada ningún candidato, por favor, ve a la urna, vota”, apeló Lula la semana pasada durante una entrevista televisiva.

Otro hito rumbo al domingo será el último debate, el próximo jueves, cuando ambos candidatos volverán a enfrentarse cara a cara, esta vez en la pantalla de la popular TV Globo.

Alegando problemas de agenda, Lula faltó al debate de este sábado en la emisora SBT y fue criticado por los demás candidatos; sin Lula, Bolsonaro se tornó el principal blanco de ataques a lo largo de las discusiones.

Fuente: AFP.

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