Con la muerte de la reina Isabel II, alrededor de 600 de sus suministradores favoritos de champán, escobas, libros o queso podrían perder además la estampa real que tenían derecho a exhibir, si el rey Carlos III no la revalida. La reina le da las gracias “por enviarle dos cajas de trufas de champán”; o la monarca “está impaciente por degustar estos esplendidos huevos [de chocolate] de muñeca rusa”, dicen dos cartas enviadas por palacio a la tienda de chocolates londinense Prestat.

Además de las dos misivas, Prestat luce en su aparador el sello real que lo acredita como suministrador de palacio, en un barrio, Mayfair, de establecimientos magníficos de alta gama que acumula a un buen número de proveedores de la reina, como Fortnum and Mason.

En estos almacenes de alimentos y bebidas exclusivos, que abasteció a las tropas británicas en la guerra de Crimea, es posible encontrar productos inusuales en Londres, como un champán Dom Perignon 2008 Magnum (500 libras, 570 euros/dólares), caviar iraní (210 libras los 30 gramos), anchoas españolas y vinos sudamericanos, como un tinto malbec argentino o un blanco chardonnay chileno (en torno a las 15 libras).

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“Estamos orgullosos de tener un sello de Su Majestad desde 1954, y de haberla servido a ella y a la Casa Real durante toda su vida”, lamentó este establecimiento tricentenario de la calle Piccadilly, cuyos aparadores están cubiertos de negro estos días en señal de luto.

No así los de la contigua y magnífica librería Hatchards, que presume de ser la más antigua de la capital aún abierta (desde 1797), y que, en un cartel a sus puertas, expresa su deseo “de seguir sirviendo a Carlos III”. Para que eso siga así, necesitarán tramitar el sello de garantía real (Royal Warrant) del nuevo rey, un paso que afrontarán grandes marcas como Burberry, Cadbury e incluso Heinz, famoso por su salsa ketchup o sus alubias en tomate.

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Si no consiguen la aprobación del nuevo monarca, tendrán dos años para retirar el escudo de la Casa Real de sus envoltorios, aparadores, etc. En su anterior función de príncipe de Gales, Carlos expidió sus propias garantías a más de 150 marcas.

Quienes ostentan el sello reciben “el derecho a exhibir las armas reales correspondientes en sus productos, envases, artículos de papelería, publicidad, locales y vehículos”, según la asociación que reúne a quienes lo detentan (Royal Warrant Holders Association).

Para algunas empresas, el respaldo de la realeza es un poderoso argumento de venta, aunque sea difícil medir su impacto. La relación es comercial y la Casa Real paga por los productos, asegura la asociación, que no precisa si aplican descuentos.

Dubonnet y champán

El aperitivo a base de vino Dubonnet, ingrediente clave en el cóctel favorito de la reina, el Dubonnet con ginebra, también tiene el sello real. Launer, que presumía de haber proporcionado a la reina sus bolsos de mano desde 1968, corre el serio riesgo de quedarse sin el sello.

Sin embargo, las chaquetas Barbour, especialmente adecuadas para la vida campestre bajo el clima británico, fueron los fabricantes oficiales de ropa impermeable y de protección tanto para la reina Isabel como para su hijo mayor.

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Para las marcas menos asociadas a la reina Isabel en la mente del público, la garantía real es “sobre todo, el reconocimiento del saber hacer y de la tradición”, declaró a la AFP Christian Porta, director general de desarrollo de negocios globales de Pernod Ricard, propietaria de Dubonnet.

La multinacional francesa de vinos y bebidas espirituosas posee las garantías de Dubonnet y también del champán Mumm. Sin embargo, en este campo tiene cierta competencia: Bollinger, Krug, Lanson, Laurent-Perrier, Moet and Chandon, Louis Roederer y Veuve Cliquot también tienen distinciones reales.

Criterios más duros

Para los cereales Kellogg’s, una marca estadounidense, “está muy bien tener un nexo tan fuerte con el Reino Unido”, explicó Paul Wheeler, su portavoz en este país. Wheeler reveló que la empresa había trabajado para la familia real de forma continua durante los 70 años de reinado de la reina Isabel.

“Solíamos tener una furgoneta especial, llamada Genevieve, sólo para entregar los cereales a la realeza directamente desde la fábrica”, narró el portavoz. La obtención de una garantía de calidad real no tiene coste alguno, y los proveedores siguen prestando sus servicios con carácter comercial, mientras que la realeza también es libre de utilizar otros proveedores.

Las órdenes reales tienen una duración de cinco años, pero los criterios de renovación se han endurecido. “No se trata sólo de dar un servicio perfecto”, dijo Wheeler. “Tienes que demostrar que eres una buena empresa”, sobre todo en lo que respecta a los derechos humanos.

Fuente: AFP.

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