La reina Isabel II, jefa de Estado del Reino Unido y 14 países de la Commonwealth, falleció el jueves a los 96 años tras siete décadas de reinado en los que capeó numerosas crisis de una monarquía que ahora abre un nuevo capítulo. El peso simbólico de Isabel II, jefa de Estado, primera representante y garante de la unidad de su reino, fallecida este jueves, se puso a menudo de manifiesto en sus viajes oficiales.

1964: abucheada en Quebec

Los viajes de Isabel II a Canadá estuvieron a menudo marcados por la fiebre separatista en la provincia francófona de Quebec. En 1964, en su primera visita como reina de Canadá, una multitud “no muy demostrativa” la esperaba frente a la residencia del teniente gobernador, escribió AFP. “Un grupo de jóvenes, sobre la acera, ostentosamente se gira de espaldas”. Las manifestaciones de los grupos separatistas son severamente reprimidas durante el “sábado de la porra”.

En 1990, mientras el país atravesaba una nueva crisis constitucional vinculada a Quebec, la reina pronunció un discurso en el Parlamento redactado por ella misma y sus colaboradores cercanos y no por el gobierno canadiense, como dicta la tradición. “Espero sinceramente que los canadienses se unan y permanezcan juntos en lugar de insistir en las diferencias que solo arrojarán nuevas semillas de división”, afirmó.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Nota relacionada: Nuevo rey: príncipe Carlos decide llamarse Carlos III

1965: al pie del muro de Berlín

El 27 de mayo de 1965, más de un millón de berlineses fueron a animar a la reina durante sus seis horas de visita a la ciudad dividida. “Por su presencia y el entusiasmo que ha desatado, Isabel II, a pesar de las reiteradas afirmaciones del otro lado del muro, ha confirmado que Berlín Occidental pertenece a la familia occidental”, escribió AFP.

Frente al muro, el automóvil de la soberana se detuvo durante unos tres minutos. “A diferencia de los otros huéspedes ilustres, Isabel II no dejó su asiento para subir a la plataforma que le permite ver lo que está sucediendo en Berlín Oriental, habría sido indigno de la reina”, describió el periodista.

En su discurso, “no gritó ‘soy berlinesa’” como hizo John F. Kennedy en 1962 en el mismo lugar. Pero una reina no opera por lemas y la densidad de la multitud en un viaje total de 36 kilómetros, el calor de los aplausos, no tienen nada que envidiar a la memorable visita del presidente Kennedy”, aseguró la agencia.

Nota relacionada: Príncipe Guillermo se convierte en el primer aspirante al trono

1977: en Irlanda del Norte a pesar del conflicto

En 1977, la reina celebraba el 25º aniversario de su coronación y quiso viajar a Irlanda del Norte, desgarrada durante los ocho años precedentes por el conflicto entre protestantes unionistas y católicos republicanos. En los días previos a su llegada, los artefactos incendiarios causaron cientos de miles de libras de daños en Belfast.

Para proteger a la reina, acompañada por el príncipe Felipe y sus dos hijos más pequeños, se puso en marcha un impresionante dispositivo de seguridad que incluyó un destructor lanzamisiles. Más de 32.000 policías y militares se movilizan en la “Operación monarca”.

El 11 de agosto, la reina fue a la Universidad de Coleraine, a 80 km al noroeste de Belfast. Poco antes de su llegada, el IRA afirmó haber colocado una bomba. Isabel II lanzó un ferviente llamado a restaurar la paz, invitando a los protestantes y católicos a poner fin a la “violencia sin sentido”.

1991: Mandela, invitado sorpresa

En 1991, Nelson Mandela, quien acaba de salir de la cárcel, es invitado a la cumbre de la Commonwealth en Harare, Zimbabue. Entonces era tan solo el líder del partido Congreso Nacional Africano, en un país aún en plena transición democrática, y no tiene rango para asistir al banquete de la reina. Pero ésta decidió romper el protocolo e invitarlo.

En los días previos a este gesto altamente simbólico, Isabel II ya había abandonado sus reservas, congratulándose porque el apartheid se estaba “muriendo en Sudáfrica”. A principios de la década de 1980, la reina había apoyado discretamente al primer ministro canadiense Brian Mulroney, quien hacía campaña por unas sanciones económicas a Sudáfrica a las que se oponía su homóloga británica, Margaret Thatcher.

Fuente: AFP.

Dejanos tu comentario