El papa viajó este domingo a la ciudad italiana de L’Aquila para rezar por las víctimas del devastador terremoto de 2009 y oró ante la tumba del primer pontífice de la historia que renunció. Francisco elogió “la resiliencia” de la gente de L’Aquila durante su visita de pocas horas a esa ciudad de los Abruzos, en el centro de Italia, que quedó devastada tras el terremoto que causó 300 muertos y más de 1.500 heridos.

“Ustedes han demostrado que son gente con un carácter resiliente”, dijo el papa ante la catedral, que permanece destruída desde el sismo. Ante miles de personas y familiares de las víctimas, que lo recibieron con un silencio conmovedor, el pontífice argentino se refirió a la difícil reconstrucción, no solo física, sino también cultural, espiritual y moral de esa ciudad, ubicada a 80 kilómetros de Roma.

Unas 50.000 personas perdieron sus casas a causa de la destrucción total o parcial de edificaciones, palacios históricos y templos medievales el 6 de abril del 2009. “Esta visita de papa es especial. Es como si Jesús hubiera llegado aquí”, confesó ante AFP, con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos, Rita Maccarone, de 45 años, quien perdió a su cuñada y dos sobrinos en el desastre.

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El pontífice llegó poco antes de las 8:30 en helicóptero a la localidad de unos 70.000 habitantes, donde también celebró la misa y el rezo dominical del ángelus y cumplió el antiguo rito de la apertura de la Puerta Santa. La visita del papa ha sido programada un día después del Consistorio para la investidura de 20 nuevos cardenales y coincide con la antigua “fiesta del perdón” católico, que se celebra en esa ciudad desde el siglo XIII.

Homenaje de Francisco

Se trata de la primera vez en 728 años que un papa participa en esa ceremonia, inaugurada por Celestino V, un humilde ermitaño que aceptó su elección al Trono de Pedro a regañadientes, contó con muchos enemigos por sus reformas y tuvo que renunciar al cargo. El homenaje de Francisco a ese pontífice tan anómalo, el primero de la historia que renuncia, ha suscitado muchas especulaciones entre los observadores en asuntos del Vaticano, ya que recientemente, en declaraciones a la prensa, el papa argentino no descartó dimitir por razones de salud.

Francisco, que tiene problemas para caminar y se moviliza en silla de ruedas, se trasladó en papamóvil de la catedral a la plaza de la basílica de Santa María de Collemaggio saludando a la multitud donde algunos ondeaban banderas amarillas y blancas del Vaticano. “El mundo necesita perdón, el perdón construye la paz”, rezaban los carteles a lo largo del recorrido papal.

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En la basílica, famosa por albergar la Puerta Santa más antigua del mundo y la tumba de Celestino V, rezó por el pontífice “del gran rechazo” que no se doblegó al poder de entonces. “Celestino V fue un valiente testigo del Evangelio, porque ninguna lógica de poder lo  encajó ni dominó. Con él admiramos una Iglesia libre de lógicas mundanas y testimonio pleno de la misericordia de Dios”, subrayó Francisco.

“La apertura de la Puerta Santa es emocionante, es un evento histórico para la ciudad”, dijo a AFP Roberto Cobuccio, de 53 años, quien aplaudía mientras el pontífice daba los legendarios tres golpes de martillo a la inmensa entrada de madera. Tras su regreso al Vaticano, el papa latinoamericano deberá cumplir el lunes y martes una inédita agenda de reuniones con todos los cardenales del mundo para examinar la reforma de la Curia Romana y hablar del futuro de la Iglesia.

Fuente: AFP.

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