Seis meses después de que las fuerzas rusas lanzaran lo que pensaban sería una operación relámpago en Ucrania, la invasión ha derivado en una guerra clásica sin visos de terminar pronto, apuntan los especialistas.

¿Es posible que la guerra dure años? ¿Qué capacidad de aguante tienen ambos países? Ambas partes han sufrido ingentes daños humanos y materiales, sin que ninguna parezca dispuesta a un alto el fuego o a conversaciones de paz.

Los ucranianos libran lo que para ellos es una lucha existencial por defender su nación, considerada por Putin como una falacia histórica. “En circunstancias así nadie puede ganar”. “Esta ‘operación militar especial’ podría durar años”, dice a la AFP el analista político ruso Konstantin Kalachev.

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“Empieza a haber una forma de equilibrio de fuerzas entre las dos partes, así que vamos a un conflicto que puede ser muy largo”, y como mínimo continuar en 2023, dice a la AFP Marie Dumoulin, del laboratorio de ideas europeo European Council on Foreign Relations (ECFR).

Putin ha presentado además el conflicto como parte de la resistencia de Rusia a la expansión de la OTAN, lo que hace inaceptable cualquier noción de derrota. Por su lado, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, puede tratar de lograr éxitos tácticos, como lo fue el hundimiento del crucero ‘Moskva’ en abril, o incluso lanzar una contraofensiva para recuperar zonas ocupadas en el sur y el este del país. “Eso le permitiría remotivar a las tropas ucranianas y a la sociedad, y justificar su pedido de más ayuda de sus socios europeos”, argumenta Marie Dumoulin.

Resistencia ucraniana

El apoyo de Europa y Estados Unidos en forma de armamento e inteligencia ha permitido a las fuerzas ucranianas enlentecer, que no detener del todo, el avance de Rusia en el Donbás y en la costa del mar Negro.

Pero este ritmo le ha permitido también a Rusia afianzar sus posiciones en esas zonas, apoyándose por cierto en una presencia militar robustecida en Crimea desde su anexión en 2014. La llegada del invierno pondrá a prueba la determinación de los ucranianos, sobre todo si sufren restricciones severas en el suministro de energía y si más gente se ve obligada a abandonar sus hogares.

Dumoulin apunta a un dato: el 40% de las escuelas seguirán cerradas cuando se inicie el curso en septiembre, lo que tendrá un importante coste psicológico. Sin olvidar la necesidad de mantener vivo el relato del apoyo de Occidente, que le ha negado a Zelenski las armas de mayor calibre que pidió.

“El pueblo ucraniano está unido y de momento apoya al gobierno, pero esa estabilidad descansa mucho en la idea de que Occidente apoya a Ucrania en esta guerra”, apunta Dimitri Minic, investigador del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).

Economía rusa

Moscú parece decidido a pagar el coste de una larga guerra de desgaste. Los aliados occidentales de Ucrania han querido estrangular la economía rusa reduciendo drásticamente las compras de petróleo y gas, e imponiendo sanciones que restringen las importaciones de productos rusos y obligaron a muchas empresas occidentales a salir del país.

Sin embargo, “los ingresos procedentes de las exportaciones, y en particular de petróleo, gas, carbón y otras materias primas, no sólo han aguantado, sino que han superado las expectativas”, exclama Chris Weafer, analista especializado en Rusia en la consultora Macro-Advisory.

Los rusos de a pie han padecido los efectos de las sanciones desde la anexión de Crimea, y el gobierno encontró rápidamente otros mercados para la compra de componentes industriales y otros materiales en Turquía y en Asia. “La economía, la industria y la gente han tenido ocho años para ajustarse a las sanciones, así que ahora el país y la población están mejor preparados y gozan de mayor autosuficiencia, aunque sea básica”, destaca Weafer.

Eventuales desenlaces

Si el conflicto se enquista durante el invierno y el año 2023, el futuro dependerá en buena medida del apoyo occidental a Kiev, sujeto al impacto que el conflicto está teniendo en los hogares en forma de inflación elevada. “Probablemente llegará un momento el que Putin apueste por la lasitud occidental para incitar a los líderes occidentales a que presionen a Ucrania para que ponga fin al conflicto según las condiciones de Rusia”, apunta Dumoulin, del ECFR.

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Salvo error de cálculo garrafal, el ejército ucraniano tampoco tiene visos de colapsar, y pocos esperan que Zelenski acepte una negociación que no se salde con la recuperación de los territorios ocupados, incluyendo Crimea. Si sus aliados siguen facilitando ayuda y armas, la ventaja militar rusa podría erosionarse, lo que podría volverse contra Putin antes de las elecciones presidenciales de marzo de 2024.

“Lo que podría empeorar la tensión entre el Kremlin y lo que queda de sociedad civil es una declaración de guerra, de la ley marcial, o una movilización general”, estima Dimitri Minic. “Eso sería difícil de manejar en ciudades como Moscú y San Petersburgo, menos permeables al obsesivo relato antioccidental”, añade.

Fuente: AFP.

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