Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva llevan chaleco antibalas en sus mítines electorales. A menos de tres meses de las presidenciales, en medio de una alta tensión en Brasil, la seguridad de los candidatos es una gran preocupación. El asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe la semana pasada generó una ola de inquietud en las redes sociales sobre los riesgos de cara a las elecciones del 2 de octubre en Brasil.

“La violencia política en Brasil tiene una larga historia, aunque hasta ahora ha estado limitada al nivel municipal... ahora vemos, en parte debido a la polarización radical y extrema, que está llegando al nivel federal”, explicó a la AFP Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas (FGV) en Sao Paulo.

Distantes del resto de los candidatos, el presidente ultraderechista Bolsonaro y el exmandatario izquierdista Lula se enfrentan en un duelo despiadado. Apuñalado gravemente en plena campaña de 2018 por un hombre con trastornos mentales, Bolsonaro recorre nuevamente el país para la actual contienda.

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A sus 67 años, todavía se da baños de multitudes, pero usa chaleco antibalas. El Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), a cargo de la protección del presidente, ha reforzado su seguridad. ¿El número de efectivos? Un secreto de Estado. Lula, de 76 años, se mantiene cautelosamente alejado de la multitud y ha contratado guardias de seguridad privados.

“Ambos pueden ser blanco de extremistas, así que es bueno ver que se toman su seguridad más en serio”, dijo a la AFP Silvio Cascione, director de Eurasia Group en Brasil. “El equipo de campaña de Lula está claramente preocupado con el riesgo. Priorizará actos en espacios cerrados con estrictos protocolos de seguridad”, agrega. Seguirá realizando encuentros en espacios abiertos, “pero menos frecuentes que en sus campañas anteriores”.

Bomba artesanal

Una muestra de esta preocupación fue un evento de Lula en Rio de Janeiro la semana pasada, en la plaza Cinelandia, escenario de gigantescas manifestaciones en la convulsa historia de Brasil. “Nunca vimos eso, la plaza ya no era de libre acceso, había detectores de metales para entrar”, explica un fotógrafo de la AFP, que vio al expresidente portando un chaleco antibalas bajo la camisa.

Su seguridad ya había sido reforzada antes del encuentro, con 27 policías sumándose a los ocho que ya lo protegían, según fuentes de la campaña citadas por el columnista Lauro Jardim en la radio CBN. Pero el lanzamiento de una bomba casera cerca del público esa noche, por parte de un hombre que lucía pegatinas del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, aunque nadie resultó herido, provocó zozobra.

El asesinato a tiros el pasado fin de semana de un representante local del PT que celebraba sus 50 años en Foz do Iguaçú (sur) por un policía bolsonarista causó aún más revuelo. Cada lado acusó al otro de avivar la violencia. Según el Observatorio de Violencia Política y Electoral de la Universidad Federal del Estado do Rio de Janeiro (Unirio), desde enero se registraron 214 casos de violencia -desde amenazas hasta homicidio- contra líderes políticos, un 32% más que en el primer semestre de 2020, año de elecciones municipales.

Una tarta de revólver

Al igual que sus contrincantes, Lula tendrá derecho desde el lanzamiento oficial de la campaña, el 16 de agosto, a una parte de los 300 policías federales asignados a un plan para proteger a los candidatos, presentado como “inédito”. Su número aumentará si aumenta el riesgo. ¿Puede la seguridad transformar la campaña?

“Me sorprendería que cualquiera de los dos (Bolsonaro y Lula) aceptara limitaciones significativas” en la forma en que hacen campaña, dijo Stuenkel, para quien ambos “están dispuestos a aceptar un cierto riesgo”. Para estos líderes habituados a las multitudes, “es sumamente importante promover una imagen de fuerte apoyo popular”, agrega el analista. Pero en tres años y medio de mandato de Bolsonaro, el clima político se ha radicalizado fuertemente.

Vemos “un discurso violento, particularmente entre los grupos de apoyo a Bolsonaro” y “él mismo” ha inculcado la idea de que le podrían robar las elecciones, señala Stuenkel. “¡Están intentando convertir las campañas electorales en una guerra, meter miedo a la sociedad!”, dijo Lula el martes durante un acto en Brasilia.

Además, el número de ciudadanos registrados para tener armas en Brasil aumentó 474% bajo el mandato de Bolsonaro, un dato alarmante para muchos expertos en seguridad. El domingo pasado, el diputado e hijo del presidente Eduardo Bolsonaro celebró su cumpleaños con una tarta decorada con un revólver y balas de azúcar, según fotos divulgadas por su esposa en Instagram.

Motivación política

La Policía Civil de Paraná, en Brasil, ha desestimado que pudiera haber motivación política en la muerte de Marcelo Arruda, dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) en la localidad Foz do Iguaçu, a manos de Jorge Guaranho, simpatizante del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. El suceso se registró el pasado fin de semana, cuando Guaranho ingresó en la fiesta de cumpleaños de Arruda y disparó contra el militante del PT, causándole la muerte, según recuerda el diario brasileño ‘O Globo’.

Tras el incidente, las autoridades imputaron a Guaranho por homicidio doblemente calificado, por torpeza y peligro común, si bien la versión de la Policía apunta a que el acusado disparó al sentirse ofendido después de que Arruda lanzara contra su vehículo un puñado de tierra y piedras.

Aunque a lo largo de la discusión cada uno defendió su ideología política por encima de la del contrario, la Policía Civil ha asegurado ahora que la muerte no estuvo motivada por política, pues los disparos fueron consecuencia de una escalada de tensión. Tras el suceso, el Partido de los Trabajadores recalcó la necesidad de “construcción, paz y solidaridad” por encima de las “amenazas” y el “odio”.

Por su parte, Bolsonaro lanzó un mensaje en su perfil de Twitter en el que insto a “investigar seriamente lo ocurrido y tomar todas las medidas oportunas”, a la par que arremetió contra “los calumniadores” que no buscan más que “perjudicar” a su formación. Este hecho se produjo a menos de 90 días de las elecciones presidenciales, en las que el presidente Bolsonaro continúa lejos de ser la primera opción entre los brasileños y Lula da Silva parte como favorito, si bien no ha formalizado su candidatura.

Fuente: AFP/Europa Press.

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