Rusia bombardeó este domingo un barrio residencial de Kiev, la capital ucraniana, horas antes del inicio de la cumbre del G7 en Alemania, donde se abordará la devastadora ofensiva rusa para apoderarse de la región del Donbás, en el este de Ucrania.

Cuatro explosiones se registraron alrededor de las 06:30 en Kiev e impactaron en un complejo residencial cerca del centro, provocando un importante incendio, según periodistas de la AFP presentes en el lugar. Al menos dos personas fueron hospitalizadas, indicó en Telegram el alcalde de la capital, Vitaly Klitschko, quien precisó que había gente “bajo los escombros”, por lo que el balance podría agravarse.

La capital ucraniana no registraba ataques rusos desde comienzos de junio y los del hoy se producen antes de que comience la cumbre del G7 en el sur de Alemania y a pocos días de la cumbre de la OTAN en Madrid la próxima semana.

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegó el sábado a Europa para participar en sendas reuniones. Se trata de “intimidar a los ucranianos (...) ante la proximidad de la cumbre de la OTAN”, dijo Klitschko tras las explosiones. En la cumbre del G7, los líderes de las siete naciones más industrializadas, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos, buscarán entre otros reforzar el apoyo a Ucrania.

Reino Unido, que anunció una ayuda adicional que podría alcanzar los 525 millones de dólares, advirtió el sábado contra cualquier “cansancio” en el apoyo a Kiev, que podría favorecer al líder ruso, Vladimir Putin. Reino Unido, junto a Estados Unidos, Canadá y Japón, prohibirá además la importación de oro ruso como parte de nuevas sanciones impuestas a Moscú por la invasión de Ucrania el 24 de febrero.

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Cinco meses de guerra

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, dijo el sábado que participará por videoconferencia en la cumbre del G7 ante un conflicto que entra en su quinto mes y corre el riesgo de prolongarse. Zelenski, que considera que las sanciones son “insuficientes”, pedirá nuevos envíos de armas pesadas y sistemas de defensa antiaéreo para contrarrestar el avance ruso.

“Este es un paso en la guerra, moralmente difícil, emocionalmente difícil (...) No es solo la destrucción de nuestra infraestructura, es también la presión cínica y calculada sobre las emociones de la población”, lamentó. El sábado, el ejército informó de un “ataque ruso masivo (...) con más de 50 misiles de varios tipos lanzados desde el aire, mar y suelo” la noche anterior desde Bielorrusia.

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El cuerpo armado subrayó que los  X-22, Onyx y Iskander eran “extremadamente difíciles” de interceptar con los dispositivos ucranianos. Putin, por su parte, anunció que su país iba entregar a Bielorrusia misiles capaces de transportar ojivas nucleares “en los próximos meses”. Se trata de Iskander-M, precisó el líder ruso durante una reunión con su homólogo bielorruso, Alexander Lukashenko en San Petersburgo, en el noroeste de Rusia.

Ambos dirigentes dijeron además que deseaban modernizar la aviación de Bielorrusia para que pueda transportar armas nucleares. Minsk no está oficialmente implicado en el conflicto, pero como aliado del Kremlin, le proporciona apoyo logístico.

“Difícil sobrevivir”

Las fuerzas rusas lograron importantes avances en el este de Ucrania el sábado, con la conquista de Severodonetsk y la entrada de las tropas en la vecina Lysychansk. Severodonestk fue “totalmente ocupada por los rusos”, dijo el alcalde de la ciudad, Oleksandre Striuk, al día siguiente de que las autoridades ucranianas anunciaran un repliegue de esa urbe para defender Lysychansk.

La caída de esas dos ciudades industriales separadas por un río podría facilitar el avance de las tropas rusas hacia Sloviansk y Kramatorsk, más al oeste en la región de Donetsk. Lugansk y Donetsk conforman el Donbás, una zona ya parcialmente controlada por los prorrusos desde 2014.

El gobernador de Lugansk, de la cual forma parte Severodonetsk, Serguéi Gaidai, afirmó que “el 90% de la ciudad está dañado y que será muy difícil sobrevivir” en ella. Según él, los rusos han designado un “comandante” para esta ciudad de la que sólo es posible escapar “a través de los territorios ocupados”.

A unos 30 km de Lyssytchansk, en Seversk, Nina, de 64 años, cuenta que “todo el mundo sufre” e intenta “sobrevivir”. “No hay agua [corriente], ni gas ni electricidad. Vivimos bajo los bombardeos desde hace tres meses, es la edad de piedra”, lamenta. “La ciudad está totalmente muerta y nos gustaría vivir un poco más de tiempo”, dice Marina, una jubilada de 63 años. “Simplemente nos están matando, es peligroso en todos lados”, añade.

Las tropas rusas intensifican su ofensiva en el este del territorio, pero también en el sur. El ministerio ruso de Defensa declaró el sábado que “más de 300 militares ucranianos y mercenarios extranjeros así como 35 unidades de armamento pesado” habían sido “liquidados en un día en la región de Mikolaiv”. Y en Járkov, la segunda ciudad ucraniana situada en el noreste, los misiles siguen cayendo a diario en el centro de la urbe.

Fuente: AFP.

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