“La ómicron no ha matado a nadie. La persona que murió en Goiás no falleció por ómicron (...) Él ya tenía problemas serísimos, especialmente en los pulmones”, dijo el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en una entrevista con el portal Gazeta Brasil. Los expertos aseguran que esa variante ya es mayoritaria en el país.

El paciente del estado de Goiás (centro-oeste), un hombre de 68 años, fallecido el 6 de enero, es el primer muerto oficialmente confirmado en Brasil por ómicron, según las autoridades del municipio de Aparecida de Goiânia. Pese a que la víctima tenía el esquema completo de vacunación y la dosis de de refuerzo, padecía varias comorbilidades, como hipertensión arterial y enfermedad pulmonar crónica.

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“Ómicron, que ya se esparció por el mundo, tiene una capacidad de contagio muy grande, pero su letalidad es muy pequeña, según dicen las personas que saben”, agregó el mandatario. “Algunos incluso dicen que sería un virus que serviría como vacuna. Según algunas personas estudiosas y serias, y sin relación con las farmacéuticas, ómicron es bienvenida y puede señalar el fin de la pandemia”, insistió.

Esta hipótesis está ganando terreno actualmente entre gobiernos y científicos de otros países. Sin embargo, preguntado por un periodista brasileño en Ginebra sobre las declaraciones de Bolsonaro, el director del programa de emergencias de la Organización Mundial de la Salud, Mike Ryan, sostuvo que “ningún virus que mate es bienvenido, especialmente si la muerte y el sufrimiento se pueden evitar”.

“Que el virus sea menos severo no significa que la enfermedad sea suave”, afirmó, según declaraciones recogidas por el portal UOL. Ryan afirmó no estar al tanto de lo dicho por el mandatario brasileño.

Explosión de casos

De acuerdo con el último informe oficial del Ministerio de Salud, publicado la noche del martes, Brasil registró 70.765 nuevos casos de COVID-19 en 24 horas, ocho veces más que hace dos semanas (8.430). La media móvil de los últimos siete días es de 43.660 contaminaciones diarias, una cifra inédita desde finales de julio pasado.

En el estado de Rio de Janeiro (sureste), por ejemplo, el número de casos diarios aumentó 1.500% en dos semanas. A pesar del aumento vertiginoso, Bolsonaro sigue oponiéndose ferozmente a cualquier medida restrictiva. “Nuestra economía no soportaría un nuevo confinamiento. Brasil entraría en bancarrota”, señaló.

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El presidente volvió a defender la controvertida tesis de la “inmunidad colectiva” que conferiría la contaminación masiva. “La inmunidad de rebaño es una realidad (...) Yo, por ejemplo, no me he vacunado y estoy muy bien”, afirmó. Para Bolsonaro, el COVID-19 es una “enfermedad politizada”: “Soy quizás el único jefe de Estado en el mundo que tuvo el coraje de dar su opinión”.

Desde el inicio de la pandemia, el presidente brasileño no ha dejado de criticar las recomendaciones de los expertos para luchar contra el COVID-19, rechazando en particular el confinamiento, el uso de mascarilla y la vacunación.

Una comisión de investigación del Senado recomendó en octubre su acusación por varios delitos, incluidos “crímenes contra la humanidad”, por haber “expuesto deliberadamente a los brasileños a una contaminación masiva”. Con más de 620.000 muertos, Brasil es el segundo país con más víctimas fatales después de Estados Unidos.

Fuente: AFP.

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