El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuyo jefe Rafael Grossi se encuentra en Teherán, anunció haber alcanzado este domingo un acuerdo con Irán sobre el material de vigilancia del programa nuclear, días después de haber denunciado una falta de cooperación por parte de los iraníes.
“Los inspectores del OIEA están autorizados a intervenir para mantener el equipo y reemplazar los discos duros”, informó la agencia de la ONU en un comunicado. Todavía no tendrá acceso a los datos de las cámaras, pero en febrero Teherán se comprometió a proporcionárselo más tarde, si las negociaciones para salvar el acuerdo de 2015 tienen éxito.
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Grossi, que está realizando su segundo viaje a Irán este año, se asegura así de que el plan de vigilancia del programa nuclear iraní podrá proseguir. El OIEA temía perder datos si se saturaba la capacidad de almacenamiento de sus herramientas.
El director general del OIEA regresará a Teherán “en un futuro próximo para unas consultas de alto nivel”, precisó el comunicado, que insistía en la “cooperación y la confianza mutua de ambas partes”. La visita se produjo días después de que se publicara un informe del OIEA en el que se acusaba a Irán de no cooperar suficientemente y precede a la reunión que mantendrá el Consejo de Gobernadores del OIEA a partir del lunes.
En virtud de una ley aprobada en diciembre por su Parlamento, Irán restringió en febrero el acceso de los inspectores del OIEA a algunas de sus instalaciones nucleares. Aún así, se alcanzó un compromiso para garantizar un cierto grado de vigilancia, pero este expiró en junio.
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El nuevo acuerdo da un poco de aire a las grandes potencias, que intentan resucitar el acuerdo de Viena, que saltó por los aires cuando el expresidente estadounidense Donald Trump decidió sacar a su país del mismo y restablecer las sanciones contra la República Islámica.
En respuesta, Irán dejó de cumplir la mayoría de sus compromisos. Los diálogos para revitalizar el pacto fueron aplazados el 20 de junio, dos días después de la victoria del presidente iraní Ebrahim Raisi, un ultraconservador.
Fuente: AFP.
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Afganistán: choque de bus con camión cisterna deja 76 muertos
El saldo de muertos del accidente entre un bus que trasladaba migrantes afganos procedentes de Irán y otros dos vehículos en el oeste de Afganistán subió a 76, informó el miércoles una autoridad provincial. En total “76 ciudadanos del país (...) perdieron la vida en el incidente, y otros tres están gravemente heridos”, dijo en un comunicado Yousuf Saeedi, portavoz del gobierno de la provincia de Herat.
La policía del distrito de Guzara, cerca de la ciudad de Herat donde ocurrió el accidente la noche del martes, indicó que el bus colisionó con una motocicleta y un camión cisterna que transportaba combustible, lo que causó un incendio. El autobús llevaba afganos que se devolvían a Kabul desde Irán, dijo Saeedi a la AFP.
Al menos 1,5 millones de personas han regresado a Afganistán en lo que va de este año desde Irán y Pakistán, que han expulsado a los migrantes después de albergarlos durante décadas, según la agencia de la ONU para las migraciones. El servicio noticioso estatal Bakhtar señaló que el accidente del martes es uno de los más mortales de los últimos años en el país.
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Sequía e inundaciones repentinas
Junto a pequeños bultos con sus pertenencias, Maruf espera un vehículo que lo llevará a él y a su familia lejos de su pueblo, en el norte de Afganistán, donde la tierra, azotada por la sequía, lleva años sin producir nada. La mayoría de las viviendas de tierra cruda de su pueblo están vacías. Los residentes huyeron de “la sed, el hambre y una vida sin futuro”, dice a AFP este padre de familia, de 50 años.
“Nuestros campos se rindieron. En estas condiciones, la gente se ve obligada a irse”, dice. “¿Cómo puedes permanecer en semejante vacío cuando tienes hijos que mantener?”, pregunta. Décadas de guerra obligaron a millones de afganos a abandonar su territorio, pero desde que los talibanes recuperaron el poder en 2021, la principal causa del desplazamiento ya no es política ni de seguridad.
En Afganistán, uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, casi cinco millones de personas se vieron afectadas y 400.000 tuvieron que abandonar sus hogares debido a fenómenos meteorológicos a principios de 2025, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La mayoría de los 48 millones de afganos, que ya enfrentan una de las peores crisis humanitarias del mundo, viven en casas de tierra cruda y dependen de la agricultura, afectada también por el aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos. De los últimos cinco años, cuatro estuvieron marcados por un aumento de la sequía, mientras que algunas regiones han sufrido devastadoras inundaciones repentinas que arrasaron con viviendas, cultivos y ganado.
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“Al borde del precipicio”
“Las cosechas infructuosas, la sequía de los pastos y la desaparición de las fuentes de agua están llevando a las comunidades rurales al borde del precipicio”, advierte la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). “Cada vez es más difícil para las familias producir alimentos, obtener ingresos y permanecer en sus hogares”.
El norte del país es el más afectado. En la provincia de Yauzyán, Abdul Jalil Rassuli vio cómo cambió Bakawal, su aldea. Donde antes los melones crecían como por arte de magia, ahora hay que comprarlos en la ciudad porque la tierra ya no da más. “Todo se reduce al agua”, reflexiona Rassuli, de 64 años, a la sombra de uno de los pocos árboles que quedan. “La escasez de agua lo destruye todo: la agricultura está devastada, los árboles están muriendo y ya no plantamos”.
Los residentes huyeron a los países vecinos Irán y Pakistán hace una década con la esperanza de un futuro mejor. Pero muchos tuvieron que regresar: más de 4 millones de afganos fueron expulsados desde finales de 2023, según la Organización Internacional para las Migraciones, cuando Pakistán inició repatriaciones masivas.
A su regreso, ya no trabajaron la tierra, sino que realizan trabajos esporádicos. Abdul Jalil Rassuli espera que el canal Qosh Tepa, en construcción desde hace años, permita irrigar los campos con el río Amu Daria. Sin embargo, podría tardar más de un año en terminarse, según funcionarios del gobierno talibán.
“Nunca habíamos visto algo así”
Cuando Abdul Latif Mansur, ministro de Energía y Agua, enumeró los proyectos de represas y canales, tuvo que reconocer en julio que “las medidas adoptadas no son suficientes”. “Hay muchos episodios de sequía. Debemos recurrir a Dios”, suplicó, mientras las autoridades talibanas rezaban regularmente para que vuelva la lluvia. Pero la lluvia no siempre es buena noticia.
En caso de inundaciones repentinas, la tierra reseca no puede retener el agua. Según la ONU, este año las lluvias se adelantaron en el país, con temperaturas más altas de lo habitual, lo que aumentó el riesgo de inundaciones. En junio, el agua arrasó con todo a su paso en la provincia central de Maidan Wardak. “Tengo 54 años y nunca habíamos visto algo así”, dijo Mohammed Qassim, de pie sobre el lecho agrietado y lleno de piedras de lo que antes era un río.
Wahidullah, de 18 años, vio cómo su ganado se ahogó y su casa quedó dañada e inhabitable. Ahora su familia, compuesta por 11 personas, duerme en una carpa en un terreno ligeramente elevado con algunas pertenencias rescatadas de las aguas. Wahidullah no puede evitar contemplar el peor escenario posible: “Si hay otra inundación, no nos quedará nada ni adónde ir”.
Fuente: AFP.
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Tomar el desayuno y correr al búnker en 90 segundos
Cuando empiezan a sonar las sirenas de alerta sobre los cielos de Tel Aviv, la familia Weisman y millones como ellos buscan refugio de los misiles en camino y hoy continúan recogiendo los escombros de sus vidas.
Vera Lucía Papaterra, de origen dominicano, reportera del periódico estudiantil The Independent Florida Alligator (Gainesville, EE. UU.) busca ser una corresponsal internacional y fue invitada a Israel por la agencia de noticias del Medio Oriente para el mundo hispano parlante, Fuente Latina, para adentrarse a lo más profundo de un país que sigue en guerra pero que una vez más, da muestra de resiliencia, tras los ataques sufridos desde Irán, semanas atrás.
Una de sus entrevistadas fue una mujer israelí residente en Tel Aviv, Hadar Weisman, quien le relata como es la vida casi cotidiana bajo el sonar de las sirenas.
El decir por favor y gracias. Cómo usar cubiertos. Respetar a los mayores. A esa lista de lecciones básicas, la israelí Hadar Weisman añadió una que sus hijos repiten sin dudar: qué hacer en los 90 segundos después de que suenan las sirenas que indican que algún o varios misiles vienen en camino.
El 22 de junio de 2025 fue uno de esos días. En la llamada “Guerra de los doce días”, Israel y Estados Unidos habían atacado instalaciones nucleares iraníes e Irán había devuelto el fuego, lanzando decenas de misiles contra Israel. Varias zonas residenciales de Tel Aviv y en otras ciudades resultaron impactadas; 30 personas fallecieron y al menos 23 personas quedaron heridas. En Tel Aviv resultaron con daños severos varios edificios de Ramat Aviv,incluido el de Weisman. Fue una mañana de concreto roto y vidrios pulverizados que dejó a miles de israelíes sin casas, aunque con vida.
Misma sirena, diferente final
Aquella mañana, a las 7:23, tocaron a la puerta de Weisman. Eran los repartidores de un gavetero que había pedido una semana antes. Lo pusieron en el dormitorio. Apenas salieron, sonó la alerta. “Estamos muy acostumbrados a entrar al cuarto seguro”, cuenta Weisman. “Con los niños lo hacemos desde antes del 7 de octubre (del 2023 cuando terroristas de Hamás atacaron Israel)”.
Todos en casa de Weisman estaban ya vestidos y despiertos por el ruido de los obreros, así que caminaron con calma hacia la mamád, la habitación reforzada que muchos israelíes tienen en sus casas para protegerse de los misiles. El impacto llegó minutos después. El misil cayó entre los edificios de la cuadra. Ninguna estructura recibió un golpe directo, pero el golpe de la onda expansiva convirtió la casa en escombros. “Todo el edificio se sacudió y se cortó la luz”, recuerda Weisman, doctora en economía y profesora de microeconomía en la Universidad de Tel Aviv que vivía en ese apartamento desde 2019. “Nos quedamos 45 minutos en la oscuridad, sin saber qué habría cuando abriéramos la puerta”.
Sentados con una bolsa de caramelos
Dentro del cuarto seguro, un detalle dominguero: la tapa plástica del conducto del aire acondicionado salió volando y por ahí entraron polvo y residuos del edificio tras el impacto. Sentados en un colchón, con el teléfono en una mano y una bolsa de caramelos en la otra, los padres usaron el tiempo para hacer llamadas y tranquilizar a los niños. El mayor, de nueve años, lloró pensando en sus juguetes.
El impacto en el más pequeño, su hijo de tres años y medio, se mide más allá de una preocupación por sus cosas. En sí, el niño siempre pregunta la ubicación del cuarto seguro —como quien pregunta por el baño— cuando llega de visita a una casa desconocida. “Es una forma de vida y no debería serlo”, dice visiblemente emocionada Weisman. “No es manera de criar a nuestros hijos”.
Afuera, el grupo de WhatsApp del edificio se convirtió en un mapa humano. Vecinos reportaban quién estaba adentro y quién estaba en la calle para que los equipos de rescate no perdieran tiempo en búsquedas inútiles. Policías, bomberos y la unidad de rescate de la Fuerza de Defensa israelí subieron piso por piso. Forzaron la puerta acorazada del quinto piso, que quedó doblada, del apartamento de los Weisman. “Menos mal que esperamos”, dice. “Si hubiéramos intentado salir, el corredor estaba cubierto de muebles y cosas caídas. Nos habrían caído encima”.
Hay que mantener la rutina
El edificio de Weisman es uno de los más nuevos en el barrio y sus cimientos resistieron mejor que otros. Otros en la cuadra, no tanto. La familia pasó dos semanas en un hotel y luego consiguió un subarriendo en el mismo barrio para que los niños siguieran asistiendo a su misma escuela y su kínder. “Volveremos, dicen que para Pascua”, explica, con ese optimismo que nace de una rutina resistente. “Creo que será más tarde, quizá en julio”, añade con una sonrisa corta, como quien ya aprendió a negociar con la incertidumbre.
El ataque del 22 de junio fue parte de una escalada de doce días que cruzó fronteras y agendas políticas. Para Weisman, sin embargo, la política se traduce en una caminata sabatina. Ella asiste cada sábado a las manifestaciones por la paz que se llevan a cabo en la avenida Begin de Tel Aviv, donde discurso tras discurso pide el fin de la guerra y el retorno de todos los rehenes. “Voy desde antes de octubre”, cuenta, refiriéndose al 7 de octubre del 2023. “Esto no puede seguir así. Incluso si alguien creyó que al principio había justificación, ya no se ve un final ni resultados positivos. Es la forma equivocada de hacer las cosas”.
Su crítica tiene varios destinatarios. A su gobierno, que a su juicio no ha ofrecido una salida real ni ha priorizado un acuerdo para los rehenes capturados en el ataque del 7 de octubre. A Hamás, “una organización terrible, mala para Israel y aún peor para los gazatíes”. Y a cualquiera que crea que “disparar es mejor que hablar”, o que la vida de alguien vale menos que “un pedazo de tierra”. “Es inexcusable porque es obra humana”, dice Weisman, y la frase le tiembla en la garganta.
La confianza, admite, ya estaba dañada antes de octubre. “Siguen intentando cambiar el Estado de derecho en medio de la guerra”, señala Weisman sobre las modificaciones constitucionales que el gobierno trata de implantar para fortalecer los poderes ejecutivos y legislativos a expensa del judicial, algo que ha creado malestar en sectores de la sociedad israelí. Weisman escucha rumores sobre comicios, sospechas de fraude y un clima que erosiona las instituciones. Aun así, la decisión íntima no es simple. “Si nos paramos y decimos que esto es demasiado y nos vamos, ¿quién se queda? ¿Los que creen que esto está bien? Tampoco quiero que mi hijo cargue con esto”. Lo discuten en casa, una y otra vez.
Como casas de muñecas
Al volver a su apartamento en ruinas para recoger papeles y ropa, Weisman mira por la ventana y ve fachadas abiertas como casas de muñecas. Luego baja la mirada al pasillo, donde antes no se podía caminar sin tropezar, y recuerda la lección que repite a los niños: Hay una alarma. Se hace lo que toca. La vida va primero. “Estamos bien”, les dice. “La casa es solo cosas”.
La normalidad se despega a veces en pequeños gestos. Volver al subarriendo con mochilas y bolsas. Hacer la tarea de matemática. Preparar una cena sencilla. Y sí, repetir las reglas: por favor y gracias, respetar a los mayores, así se agarra un tenedor. Y esa otra, más urgente y aprendida a la fuerza, que suena como un juego pero enseña a sobrevivir: Sirenas en el aire. Un minuto y medio. Respira. Vete al búnker. Cierra su puerta reforzada. Espera. Vuelve a salir. Sigue adelante.
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Paraguay será sede de la Secretaría Técnica del Camino de los Jesuitas en Sudamérica
Paraguay albergará la Secretaría Técnica del Camino de los Jesuitas en Sudamérica, institución de la ONU Turismo, hecho que desde la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) consideran estratégico y en línea con el creciente protagonismo del país en el ámbito turístico internacional.
El director regional para las Américas de la ONU Turismo, Gustavo Santos, anunció la decisión de que Paraguay sea la sede de dicha secretaría, en el marco de la 70 edición de la reunión de la Comisión Regional para las Américas, desarrollada en Lima, Perú.
La Senatur destaca que la instalación de esta oficina en territorio paraguayo representa un reconocimiento al liderazgo regional de Paraguay, y una oportunidad para la articulación de políticas, asistencia técnica y promoción de proyectos turísticos de alto impacto para la región.
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Igualmente, refieren que uno de los ejes prioritarios que impulsará esta oficina será el fortalecimiento del “Camino de los Jesuitas”, un producto turístico multidestino que une a Paraguay con Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay, y Chile, que busca poner en valor el legado jesuítico-guaraní a través de experiencias culturales, históricas y espirituales únicas.
Esta iniciativa contribuirá a proyectar al país como un centro de cooperación regional, impulsando el desarrollo turístico con enfoque comunitario, la diversificación de la oferta y la promoción conjunta de destinos con identidad cultural compartida.
La Senatur asegura que Paraguay, con su riqueza histórica, autenticidad y vocación integradora, avanza con paso firme hacia un modelo de turismo más humano, sostenible e inclusivo, con visión regional y proyección global.
Misiones jesuíticas en Paraguay
La Compañía de Jesús se estableció con reducciones en distintos puntos del otrora imperio español en Sudamérica, en los actuales territorios de Paraguay, Brasil, Bolivia, Argentina y Uruguay en el siglo XVII.
Hasta su expulsión en 1767, los jesuitas establecieron unas 30 reducciones en dichos territorios, que en su mayoría fueron reconstruidos y conservados. Algunas de estas misiones, como la de Jesús de Tavarangüé y la de Santísima Trinidad del Paraná, fueron declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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Irán pierde la paciencia y amenaza a EE. UU. y a Israel si vuelven a atacar
El ministro iraní de Relaciones Exteriores Abás Araqchi advirtió el lunes que su país responderá “de manera más decisiva” en caso de nuevos ataques de Estados Unidos e Israel.
Araqchi parece reaccionar a nuevas amenazas expresadas el lunes por el presidente estadounidense Donald Trump.
“Aniquilamos sus capacidades nucleares. Pueden volver a comenzar, pero si lo hacen, las aniquilaremos en un abrir y cerrar de ojos”, dijo Trump sobre Irán, durante su estadía en Escocia.
“Si la agresión se repite, no dudaremos en reaccionar de manera más decisiva”, escribió el ministro iraní en un mensaje publicado en X.
“Si hay temores sobre un eventual desarrollo de nuestro programa nuclear para fines no pacíficos, la opción militar se ha mostrado ineficaz, pero una solución negociada podría funcionar”, añadió.
Israel lanzó el 13 de junio una campaña de bombardeos sin precedente contra Irán, matando a altos mandos militares y científicos relacionados con el programa nuclear iraní, así como a centenares de civiles.
Irán respondió con misiles y drones lanzados contra Israel. La guerra duró 12 días.
Israel dijo que actuó contra el programa nuclear iraní, percibido como una amenaza existencial, y no descartó nuevos bombardeos si Irán trata de reconstruir sus instalaciones.
Estados Unidos por su parte bombardeó instalaciones nucleares claves en Fordo, Isfahán y Natanz en Irán.
La Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) afirma que Irán es el único país no dotado con arma nuclear que enriquece uranio al 60 %.
Para fabricar una bomba, el enriquecimiento debe ser llevado al 90 %.
Israel y las potencias occidentales acusan a Irán de querer dotarse del arma nuclear, acusación que el gobierno iraní rechaza desde hace años.
Fuente: AFP